El pacto que transformó la situación.

La tregua de 90 días entre Estados Unidos y China ha tenido un impacto significativo en los aranceles a los productos chinos, reduciéndolos de un promedio del 145% al 30%, y la tarifa impuesta por China a los productos estadounidenses del 125% al 10%. Según economistas de Nomura, el impacto comercial del acuerdo es limitado, ya que solo la mitad de las exportaciones chinas a Estados Unidos estaban sujetas a las tarifas elevadas impuestas por Donald Trump en abril, con productos como automóviles, acero y medicamentos sujetos a aranceles de hasta el 45%.

A pesar de esto, el recorte de aranceles fue mayor de lo esperado por el mercado, que anticipaba tarifas entre el 50% y el 60%, lo que provocó un ajuste en las expectativas.

Una de las primeras consecuencias de este acuerdo entre Estados Unidos y China fue la reducción en las probabilidades de una recesión. El recorte de aranceles ha mejorado las expectativas tanto para la economía estadounidense como para la china.

En el caso de Estados Unidos, JPMorgan ha reducido su proyección de una recesión este año del 60% al 35%. Otros bancos e inversores han seguido esta tendencia, y en promedio la probabilidad de una recesión moderada se sitúa entre el 30% y el 40%.

Sin embargo, Estados Unidos no ha logrado evitar la amenaza de una desaceleración. El escenario base de S&P Global Ratings apunta a un crecimiento cercano al 2% este año y al 1,7% en 2026, lo que representa un punto porcentual menos que las tasas de expansión de los últimos dos años.

Como menciona Cassidy Ainsworth-Grace, Estratega Global de Macro de Oxford Economics, la incertidumbre arancelaria está “sofocando” la economía de Estados Unidos. En un escenario en el que las “tarifas recíprocas” se mantienen en el 10% y los aranceles a China en el 30%, Estados Unidos podría evitar una recesión. Sin embargo, si después de la pausa de 90 días los aranceles vuelven a los niveles anunciados por Trump en el “Día de la Liberación”, los economistas de Nomura proyectan una contracción del 1,4% anual en la economía estadounidense en el cuarto trimestre.

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Al igual que con Estados Unidos, los bancos de inversión han elevado sus proyecciones de crecimiento para China. UBS, que tenía uno de los pronósticos más pesimistas con una expansión esperada del 3,4%, ha elevado el crecimiento esperado al rango del 4%.

“Los importadores estadounidenses aprovecharán la tregua para renovar sus inventarios… Especialmente si no hay mucha claridad sobre un acuerdo más duradero a medida que se acerque el fin del período de 90 días”, advierten los economistas de ING.

El mercado mantiene una visión optimista respecto al interés de Washington y Beijing por evitar un aumento de aranceles por encima de los niveles establecidos en mayo 12.

Esto llevaría el crecimiento de China por encima del 4% para 2025, impulsando a los mercados emergentes y mejorando las perspectivas para la economía global.

Aunque la administración de Trump insiste en presentar el acuerdo con China como un logro, el mercado lo ha interpretado como una primera victoria de Beijing. La mejora en la actividad portuaria, la desaceleración de las ventas minoristas, las caídas en las acciones, bonos y el dólar en conjunto, junto con la amenaza de estanterías vacías a partir de julio, habrían obligado a la Casa Blanca a retroceder.

Tras conocer las condiciones del acuerdo con Beijing, el mercado prevé que Washington estará dispuesto a reducir drásticamente los aranceles que amenazan a otros socios comerciales como Vietnam (46%), India (26%), Japón (24%), Corea del Sur (25%) o la UE (20%), mientras se mantiene un 10% base para otros países.

Un reflejo de este optimismo fue la falta de reacción del mercado a la declaración de Trump desde Abu Dhabi, el 16 de mayo, anunciando que podrían fijar aranceles unilaterales a varios países “en dos o tres semanas”, es decir antes de que venza el plazo de 90 días (julio 2). Según Trump, el equipo de la Casa Blanca no tiene capacidad para negociar simultáneamente con los “150 países que quieren negociar”.

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Las perspectivas de una guerra arancelaria más limitada y una Casa Blanca dispuesta a ceder llevaron a un ajuste en los objetivos para el S&P500. Goldman Sachs elevó su nivel objetivo para el índice en doce meses a 6.500 puntos.

Wells Fargo es aún más optimista y anticipa un nivel de 7.000 puntos, ante la idea de que la Casa Blanca cambiará su estrategia en las negociaciones con los demás países.

El escenario base de BTG Pactual Wealth Management también contempla un avance del índice, pero Mauricio Cañas, jefe de estrategia de inversión, advierte que el alto precio de las acciones estadounidenses es un límite a las alzas potenciales.

Con la guerra arancelaria en un mejor lugar, el mercado ha vuelto a centrarse en otra amenaza estructural para la economía estadounidense: el abultado déficit fiscal. Más aún tras la rebaja de calificación soberana por parte de Moody’s. La agencia señaló el deterioro de las condiciones fiscales, en un momento en que la Casa Blanca está tratando de sacar adelante un paquete de recortes de impuestos por casi US$ 4 billones, sin ingresos o recortes de gasto público por el mismo monto.Los rendimientos de los bonos del Tesoro y las nuevas caídas del dólar, tras un breve repunte apenas se anunció el acuerdo con China, revelan la preocupación del mercado.

A pesar de las diferencias dentro del Partido Republicano, todo apunta a que la administración de Trump será capaz de sacar adelante su plan de recortes de impuestos y elevar el techo de la deuda para financiar parte del déficit con nuevas emisiones de bonos. Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg Economics, advierte que sin un plan convincente para controlar el déficit, aumentan las presiones sobre los bonos y el dólar. Esto agrega un riesgo para las presiones inflacionarias y un espacio de acción más limitado para la Fed, lo que permite anticipar tasas más altas por un tiempo prolongado.

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