El cardenal Robert Prevost fue el elegido para suceder al Francisco como el nuevo papa de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de León XIV. Su elección genera un sentimiento especial para el Perú debido a que este flamante papa tiene la nacionalidad peruana, tras pasar prácticamente toda su vida religiosa en nuestro país.
Llegó al Perú en 1985 como misionero agustino y se enamoró de nuestra gente. Desde ese momento, su trabajo pastoral y de servicio a los más necesitados fueron su principal carta de presentación entre los peruanos, quienes lo recuerdan por su humildad, sencillez y principalmente su tenacidad.
Desde reuniones con amigos e impartiendo los sacramentos, hasta su labor social en nuestro país, fieles recuerdan con orgullo al nuevo pontífice, quien vivió y sirvió en Chulucanas, Chiclayo y Trujillo desde los años 80.
“De su bolsillo puso mucho para la construcción. Lo esperamos. Lo vamos a recibir con los brazos abiertos”, revela María Yopla, la mujer que le acompañó a levantar dos iglesias en Trujillo.
“Entre nosotros era Roberto, Roberto. Es muy sensible, muy cercano, sabe escuchar… Trata de entenderte. Te dice lo justo, lo adecuado para el momento. No es de los que habla y habla”, refiere padre Alexander, agustino peruano que conoció al nuevo papa en Ecuador.
EL TRABAJO EN LA PANDEMIA
Algo por lo que es especialmente recordado el nuevo papa León XIV, es por su tenacidad durante uno de los episodios más dramáticos que vivió la humanidad: La pandemia de Covid-19.
Durante este terrible periodo, cuando en nuestro país el oxígeno empezaba a escasear y la gente moría en los hospitales o en sus casas en medio de los anuncios de inamovilidad decretadas por el gobierno, el tenaz obispo Roberto no se cansó de llamar a las puertas de las empresas a con la finalidad de recaudar fondos.
Gracias a su colecta, puso acondicionar una planta de oxígeno en la diócesis que permitió repartir el vital elemento que cientos de afectados necesitaban para sobrevivir al virus. Lo que permitió salvar muchas vidas.
“La instalación y el funcionamiento de la planta de oxígeno aliviará, en parte, la economía de los lambayecanos que, por falta de dinero, no pudieron salvar la vida de sus seres queridos”, anunció Monseñor Prevost en su momento.
A esto se suma la imagen que ha trascendido en las redes sociales, en las que aparece el padre Roberto con su mascarilla, caminando en las vacías calles de Chiclayo, en medio de la pandemia, impartiendo la bendición del Santísimo y pidiendo por el bienestar de miles de fieles que luchaban por sobrevivir al terrible virus.
El 9 de abril 2023, Monseñor Prevost Martínez, ofició su última misa como obispo de la diócesis de Chiclayo en la que se declaró como un misionero y definió su significado: “El misionero va donde no es querido pero sí lo necesitan, y se queda hasta que es querido pero no lo necesitan”.
Ahora, convertido en el papa número 267 de la Iglesia Católica, le espera una nueva misión: la de guiar a más de 1400 millones de católicos en el mundo, tender puentes y continuar con la labor de Francisco.
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