El Perú necesita humildad, valentía y desprendimiento

Aún no hay una aliansa concreta…

En los últimos meses, y ahora mismo, están sucediendo varias conversaciones. Esperemos que alguna termine en buen puerto. Las complejidades implican decidir el candidato presidencial y definir la composición de las listas multipartidarias. También hay condiciones legales y electorales que tienen que cumplirse, como las aprobaciones en sus propios plenos. El calendario es muy apretado, pero sí hay tres o cuatro grupos que vienen conversando.

 

¿La dispersión favorece la aparición de radicales?

En 2020 y 2015, un año previo a las elecciones generales, ya había dos o tres candidaturas que tenían un 15% o 20% de aprobación. Algunas se cayeron, pero otras terminaron en los tres primeros lugares o incluso en segunda vuelta. Con un 20% o 25% de aprobación tienes menos incentivos para buscar alianzas. Creo que 2025 plantea un escenario muy diferente. La candidatura que tiene más aprobación, según las encuestas, es Fuerza Popular, pero no pasa del 10%. Y el resto fluctúa entre el 1% y el 6%. Eso te marca la diferencia en dos cosas. Primero, que hoy son más importantes las alianzas si los partidos quieren sobrevivir y eventualmente ser gobierno. Según el estudio que hicimos con Ipsos, solo tres, cuatro o cinco partidos pasarán la valla. El 90% de partidos perdería la inscripción. Y volver a inscribir el partido es más complicado ahora porque se requieren más firmas…

 

¿Por qué tan pocos partidos pasarían la valla?

Primero, porque ahora tienes que tener, además del 5%, un número mínimo de diputados y senadores. Cuando uno hace las corridas hacia atrás, en anteriores elecciones, con las nuevas reglas entrarían menos partidos. Si en el último Congreso pasaron 9 o 10, acá pasarían 7 u 8. El segundo efecto es que en la última elección hubo 20 partidos. Esos 20 se dividieron el 100% de los votos. Ahora, el 100% de votos se divide entre 40 partidos. Entonces, hay una probabilidad de que muchísimos partidos tengan 1%, 2%, 3%, 4% o 4.9%. Y en ese juego de simulaciones, con todos los escenarios, es 70% posible que el Congreso termine con 3, 4 o 5 partidos como máximo. ¿Hay una probabilidad de que haya 6 o 7? Sí. Pero la mayor probabilidad es que pasen pocos. ¿Eso podría ser positivo para el país? Podría. De repente entran partidos más democráticos con un carácter reformista; pero de repente no.

 

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Aunque lidera las encuestas, muchos no quieren ir en aliansa con Fuerza Popular. Es un factor.

Sí. Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País han tenido conversaciones para ir en alianzas. Hay sectores en sus partidos que piensan que es favorable. Pero otros sectores piensan que sus líderes deben ir solos. En los últimos años, hemos tenido siete presidentes, una inestabilidad presidencial solo comparable con la guerra con Chile y la reconstrucción nacional. Y ahora, con las armas nucleares de vacancia y cierre del Congreso, los partidos deben aumentar su capacidad de gobernabilidad. Cuando uno revisa casos como Argentina, Colombia, Chile y Uruguay, los presidentes en ejercicio han asegurado su gobernabilidad. ¿Qué significa gobernabilidad? La capacidad de tener una mayoría o minoría importante en el Congreso. El otro día hablábamos con un representante de la coalición de derecha de Chile. Nos decía que para ellos el propósito no era ganar la elección sino lograr mayorías. Igual nos decía un político uruguayo. Te das cuenta de la diferencia en madurez política. Nos hemos quedado en ganar la elección. Y es un error de perspectiva, visión y liderazgo.

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Historiadores y politólogos dicen que, cada vez que la primera mayoría del Congreso es de un partido opositor al presidente, termina en golpe, vacancia o renuncia. Belaunde, Fujimori, PPK, Vizcarra… Pero olvidan el caso de Alan en 2006.

Lo que mencionas es bien importante. De 1963 a la fecha, en cinco de las doce elecciones, el partido de gobierno era la segunda o tercera minoría del Congreso. Belaunde el 63, Fujimori el 90, García el 2006, PPK el 2016 y Castillo el 2021. En cuatro de los cinco casos terminó en golpe de Estado o vacancia. El único caso en que no fue el de Alan García, probablemente por la habilidad del partido aprista de generar alianzas en el Congreso que le permitieron al gobierno gobernar. La data histórica es muy clara sobre la importancia de las coaliciones, no solo para ganar, sino para darle gobernabilidad al país.

 

De las 16 alianzas formadas desde los 90, todas han tenido representación parlamentaria.

Algunos actores vapulearon las alianzas. Decían que no servían y recordaron la alianza del APRA y el PPC; pero al analizar las alianzas del Perú contemporáneo, vemos que todas tuvieron algún tipo de éxito. Todas pasaron la valla y tuvieron representación parlamentaria. Y en cinco oportunidades las alianzas terminaron en primer, segundo y tercer lugar. La excepción fue justamente el PPC, que no tuvo representación en esa alianza con el APRA. No estamos diciendo que las alianzas sean la panacea, porque también se pueden hacer alianzas entre mafias. Pero si queremos darle gobernabilidad al país, es necesario asegurar mayorías en el Congreso.

 

Ya hay acuerdos programáticos entre ocho partidos para temas de seguridad y agua. El problema no es la ideología, sino el ego.

Sí. Están habiendo muchos espacios de consenso y diálogo, sobre todo alrededor de la seguridad y la economía. Transparencia ha participado en algunos. Para mí es sorprendente que, cada vez que dos demócratas se juntan a conversar y poner al país por delante, siempre hay coincidencias. Ese es el arte de la política. Yo aplaudo estos encuentros programáticos. Como tú dices, ese no es el problema. Pero creo que no es lo más importante hoy, porque de repente ninguno de los partidos de esos encuentros programáticos pase la valla, justamente porque los extremistas tienen, más aún ahora, la posibilidad de pasar a segunda vuelta. Tenemos que romper esta discusión boba y futil de los caviares y la DBA. Hay una pugna interna entre demócratas que piensan diferente frente al enemigo real, que son los corruptos, criminales e ilegales. Ese es hoy el enemigo principal del país. Tenemos que retomar la capacidad de que progresistas, liberales y conservadores puedan conversar entre sí. Vamos a hacer un monitoreo de los discursos de odio. Esta polarización fútil de insultar al otro… Tiene que ser una campaña de ideas y propuestas que dé esperanza y visión al país. Lamentablemente, en el mundo hemos entrado a unas campañas con un alto nivel de violencia. Ya en los países vecinos ha habido atentados de asesinato a candidatos. Recemos para que no lo haya en el país. Eso implica que las candidaturas no azucen a la ciudadanía con discursos violentos.

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El problema es que las diferencias políticas se traducen en términos morales. Solo se tilda de corrupto al opositor ideológico para anularlo.

Sí. Es lamentable que ahora, en vez de darse un diálogo o discrepancia de ideas, se ha llegado, como dices, a simplemente ningunear, insultar, cancelar o inhabilitar al otro porque tiene una ideología particular. Y hay mucho uso de la superioridad moral y la degradación personal como herramientas para negar una discusión. La posibilidad de que el partido de gobierno tenga una mayoría en el Congreso es bajísima. En parte, la parálisis del Perú en tantos ámbitos se debe a la poca capacidad de conversar entre diferentes, que el Perú sí tenía.

 

En los 80, izquierdistas y derechistas más extremistas que los de ahora se ponían de acuerdo.

Con todas sus dificultades, en los 80, 90 y 2000 veías que gente del APRA, el PPC y el fujimorismo tenían la capacidad de llegar a acuerdos por el bien del país. Cuando hemos hecho encuentros con dirigentes de partidos, hay algunos políticos de antaño que se saludan con mucho cariño y respeto, de izquierda y de derecha. Es otra generación, formada en el arte de conciliar. Hoy vivimos la época del insulto, del streaming y del caudillismo violento. Azuzar la apatía y frustración ciudadana, plantearse como salvador de la patria y como los únicos capaces de un proyecto nacional se asemeja más a una figura totalitaria, y no a una figura democrática. Porque no vamos a elegir al presidente del 8%, sino al presidente de todos los peruanos, y al Congreso que nos represente a todos. Efectivamente, hay un malestar ciudadano, pero eso no implica usar la rabia y el insulto para denigrar. Firmeza contra los corruptos y las mafias, pero no utilizar el malestar como un mecanismo para negar a tu rival porque, eventualmente, se va a requerir cogobernar en el Congreso.

 

“EL SENADO TIENE MÁS PODER”

 

Tras el fracaso del Fredemo, nadie quiere lanzarse tan rápido. Todos buscan ser el outsider.

Esta lógica del outsider pasó en 1990 y en 2021. Pero si analizas los últimos doce procesos electorales, más sucede que los primeros tres, cuatro o cinco lugares son los que un año antes tienen posibilidades de llegar al gobierno. Entiendo la lógica matemática, pero la lógica del outsider es irresponsable, porque ya sabemos que Fujimori en 90 y Castillo en 2021 terminaron en un autogolpe y un golpe fallido.

 

Hay tres candidatos inhabilitados: Vizcarra, Antauro y Castillo. ¿Por eso hay cifras bajas?

El expresidente Vizcarra está inhabilitado. Ha planteado un pedido ante la CIDH, siguiendo el ejemplo de Petro en Colombia. Veremos si prospera. Castillo y Antauro por ahora no pueden ser candidatos. Castillo depende de su juicio y de cuándo sea su sentencia. Eso posibilitará o no una candidatura al Senado como invitado. Lo mismo Antauro, sea como candidato o alguien que apoya. La herida de 2021 es un tema abierto. Ha ido creciendo el porcentaje de personas que piensa que a Pedro Castillo le dieron un golpe, contrariamente a lo que pasó, que fue que él dio a nivel nacional un golpe de Estado. Hay una preferencia por esas candidaturas, que hoy no se refleja. En Perú estamos obsesionados por el candidato a la presidencia.

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Los vicepresidentes eran cuotas simbólicas, pero desde 2016 todos han asumido.

Hay que introducir dos obsesiones adicionales. Primero, mapear a los vicepresidentes. La posibilidad de que un vicepresidente se convierta en presidente no es menor. Segundo, el Senado. Es diferente al de los 80. Tiene más poder e influencia. Son solo 60. Van a tener una importancia estratégica. Hay que ponerle reflectores.

 

¿Es un nuevo argumento para concretar alianzas? Ofrecer una vicepresidencia ya es más atractivo.

De hecho, los partidos están conversando eso. Esto brinda la posibilidad de distribuir el poder entre los diferentes partidos.

 

¿Es un suicidio político no tener alianzas?

He conversado con 30 dirigentes. Casi no he encontrado oposición a las alianzas. Sé que muchos están hoy mismo conversando una fórmula. Tengo fe de que eso pueda suceder. En un momento tan difícil para el país, más que emprendimientos personales, debe primar un desprendimiento en función de lo que el Perú necesita. El Perú no necesita seis partidos con un ideario similar y candidaturas diferentes. El Perú requiere un poco de humildad, valentía y desprendimiento para conformar alianzas. Ese sería el llamado. Hay que ayudarlos con los mecanismos. No tienen que decidir hoy la candidatura. Pueden tener primarias abiertas o encuestas para definir quién tiene apoyo multipartidista y potencial electoral. Hay varios mecanismos.

 

¿Sin alianzas la gobernabilidad se joderá más?

Sin alianzas es posible que se perpetúe este hábito vicioso de ingobernabilidad que domina en la última década.

 

CASTILLO. Para Henzler, muchos repetirán la estrategia Castillo.

 

“Podrían entrar 3 o 4 partidos muy radicales y muy extremistas”

 

Podrían entrar partidos que se radicalizan para diferenciarse del pelotón.

Podrían entrar 3 o 4 partidos muy radicales y muy extremistas, y así perpetuar la inestabilidad del Perú. Todo es muy al azar, lamentablemente, por la cantidad de la oferta electoral y lo complicado que va a ser para el electorado informarse bien. Hay aquellos que, por sus posiciones más extremas, sienten que con 8%, 9% o 10% pasan a segunda vuelta. Eso es muy riesgoso porque podrían pasar dos extremistas de cualquiera de los lados, igualmente peligrosos para el desarrollo del país. Y siento que muchos están jugando a eso, porque Pedro Castillo pasó con un 18% y Keiko Fujimori pasó con un 12%. Si ahora se fragmenta más, saco 8% y tiento la segunda vuelta. Y le hablo a un público específico, más aún en un escenario de hartazgo ciudadano, con inseguridad y economías ilegales. Lamentablemente, hay cabida para candidaturas más autoritarias y populistas. El año pasado Ipsos e IDEA sacaron un reporte con un indicador de tolerancia al autoritarismo. Y 55% de los peruanos tiene actitudes que toleran el autoritarismo con tal de que les resuelva sus problemas. Eso, como nos cuenta la historia, trae problemas para la democracia en el largo plazo.

 

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