Finalmente, llegó la hora de votar la reforma constitucional que modifica la Carta Fundamental, en lo relativo al sistema político y electoral, en el Senado. Todas las dilaciones a las que recurrieron en semanas anteriores los senadores que se oponen a la iniciativa se terminaron y este martes se aprobó en general con los 29 votos justos que exige el quorum de una ley orgánica constitucional, 14 en contra y una abstención. Y tras un largo debate se despachó a la Cámara de Diputados a segundo trámite constitucional.
Eso, a pesar de que representantes de todos los partidos más pequeños e independientes se mostraron en contra de la totalidad del proyecto o de parte de él. Pero Chile Vamos y el Socialismo Democrático (SD) esencialmente lograron darle viabilidad a la iniciativa, por lo menos para despacharla a la Cámara de Diputados. Ello, porque en esa instancia incluso dentro del SD y ni hablar del Frente Amplio (FA) se oponen a la propuesta. Por lo que es difícil vaticinar el destino de esta moción en esa Corporación.
La cantidad de adjetivos con que se calificó esta reforma en el marco de un duro debate es incontable. Sólo para evidenciar la atmósfera que rondó el debate, se puede señalar que algunos de las expresiones que lanzaron los senadores que estaban en contra fueron “dictadura de los partidos políticos”, “reposición del sistema binominal”, “meter la mano a la urna”, “el desastre de los partidos políticos”, “el tema de la fragmentación es discutible”, entre otros.
Áspero debate
Pero también ocurrió que uno de los senadores que está en contra de la iniciativa, el independiente Karim Bianchi, no sólo criticó la norma que sorteó la valla del Senado, sino que hizo algo más concreto, presentando reserva de constitucionalidad por la transgresión de los artículos 4, 5, 18 y 18 N°15 de la Constitución.
Los defensores de la iniciativa, en su mayoría mocionantes tanto del oficialismo como de la oposición, coincidieron en que esta norma busca terminar con la fragmentación política que impide la gobernabilidad y, por consiguiente, la estabilidad necesaria para llegar a acuerdos en el Congreso. En este sentido, el senador de la UDI Iván Moreira alegó que “hay demasiados intereses, especialmente de los partidos chicos que tienen miedo a desaparecer” con esta norma y a los que acusan que se quiere imponer el sistema binominal nuevamente les respondió que ese sistema electoral “le dio al país estabilidad”.
Quien hizo precisamente esa misma imputación fue el comunista Daniel Núñez, quien advirtió que la iniciativa “no va a contribuir en nada a resolver los problemas de la política”. Su compañera de bancada, la senadora Claudia Pascual, fue quien acusó que con esta norma se está “metiendo la mano en la urna”. Planteó además que la iniciativa “parte de un diagnóstico errado”, pues, a su juicio, la fragmentación no es el problema del sistema político.
Por su parte, la presidenta de Demócratas, la senadora Ximena Rincón, hizo hincapié en que el debate se ha centrado en el tema de la fragmentación y eso puede ser “discutible” y subrayó el hecho de que “la votación popular tiene que tener un correlato al interior del Parlamento”, porque de lo contrario, enfatizó, “corremos el riesgo de debilitar aún más el vínculo con la ciudadanía”. Mientras que la senadora independiente (exFRVS), Alejandra Sepúlveda, calificó el proyecto como “la dictadura de los más grandes”.
El senador Juan Castro Prieto, exRN y actualmente en el Partido Social Cristiano, adelantó que espera que la Cámara rechace todo el proyecto, porque le da muchas facultades a los partidos políticos que son “un desastre” y no tiene ningún asidero en la ciudadanía. Castro instó a sus pares a que “si queremos trabajar por la gente bajemos el número de parlamentarios en el Senado y en la Cámara”.
El senador Juan Antonio Coloma (UDI), en tanto, defendió la iniciativa, argumentando que da estabilidad y gobernabilidad, ya que en el actual sistema la invitación es a “diferenciarse” y no a generar entendimiento y que “la fragmentación está matando la posibilidad de llegar a grandes acuerdos”.
Otro de los mocionantes, el presidente de Renovación Nacional, senador Rodrigo Galilea, hizo ver que el proyecto no busca beneficiar a nadie en particular, sino “generar cambios de conducta en quienes participan en las elecciones, para darle estabilidad al país y, por lo pronto, al Congreso”. Y añadió que se pretende que existan “partidos más sólidos, más grandes y representativos, que permitan el debate en su interior y en el Congreso, en un clima que llame a la responsabilidad”.
Desde el oficialismo, el senador socialista Alfonso De Urresti, también mocionante, se sumó a la defensa del proyecto, señalando que quienes lo patrocinaron dieron una “discusión política” importante, asegurando que lo más alejado de la realidad es que se pretenda reponer el sistema binominal, “pero tenemos que hacernos cargo de que tenemos una enorme fragmentación”.
¿Qué aprobó el Senado?
Lo que se despachó esencialmente a la Cámara Baja es el umbral electoral del 5%, que implica que sólo los partidos políticos que alcancen al menos el 5% de los votos válidamente emitidos a nivel nacional, en la elección diputados, tendrán derecho a optar en la distribución de los escaños de la Cámara Baja.
Esto molesta a algunos senadores que acusan que se estaría metiendo la mano en las urnas, ya que los escaños no asignados a un partido porque no llegó al umbral del 5% serán asignados a los demás partidos de la lista en el caso de que hubiera formado parte de un pacto electoral con otros partidos; y en el caso de que el partido hubiera participado en una lista sin constituir un pacto, esos votos serán asignados a las demás listas de partidos o pactos electorales en forma proporcional a sus votos.
Algo para lo cual la senadora Pascual pidió votación separada fue el inciso que establece que cesará en su cargo el diputado o senador que renuncie al partido político que hubiera declarado su candidatura y el diputado o senador independiente que, habiendo sido elegido como asociado a un partido político, se afilie a otro distinto del que hubiera declarado su candidatura.
También se aprobó el inciso que establece que el diputado o senador que renuncie a su partido bajo el fundamento de que éste hizo un cambio sustantivo en su declaración de principios, no cesará en su cargo. Para Pascual este inciso es una “renuncia con elástico”, pues se le da la excusa para renunciar al parlamentario.
Por otro lado, se rechazó el que los dirigentes gremiales o vecinales se pudieran presentar a una elección política.
Tras la votación, el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, anunció que el Gobierno enviará en junio el proyecto de ley que apunta a modificar los requisitos para crear partidos políticos, haciéndolos más exigentes. La iniciativa en que está pensando el Ejecutivo aumenta el número de firmas y de regiones para formar un partido; regula legalmente los comités parlamentarios; y modifica la norma de financiamiento de los partidos políticos, según adelantó el ministro.