Hoy me voy a consentir por Javier Álvarez

En el vertiginoso ritmo del día a día, muchas personas encuentran necesario darse “gustitos” ocasionales para romper con la rutina y recargar energías. Según un estudio realizado por Ipsos Perú, estos pequeños placeres se presentan de diversas formas y responden a distintas motivaciones. Sin embargo, no todos tienen la posibilidad de materializar estos deseos. Un 14% de la población solo puede soñar con la posibilidad de darse un gusto, lo cual sugiere que, aunque el anhelo está presente, existen barreras significativas que impiden la realización de estos sueños de manera regular. Estas barreras podrían deberse a restricciones económicas, falta de tiempo o preocupaciones individuales.

Para aquellos que logran cumplir un anhelo, engreírse puede ser una forma efectiva de mejorar el estado de ánimo. Satisfacer un deseo, ya sea a través de alimentos deliciosos, actividades recreativas o compras, genera felicidad momentánea y ayuda a aliviar el estrés diario. La mayoría, un 56%, opta por planificar sus compensaciones personales para disfrutarlas sin remordimientos financieros, manteniéndose dentro de un marco de seguridad económica. Un segmento importante de la población, el 20%, decide permitirse ciertos gustos, aun sabiendo que pueden tener consecuencias, reflejando así una necesidad de gratificación inmediata que prioriza el bienestar emocional momentáneo.

La comida encabeza la lista de estos placeres, con un 41% de los peruanos eligiendo la alimentación y la experiencia gastronómica como su principal forma de indulgencia. Las actividades de ocio y recreación representan un 22%, donde los paseos, viajes o salidas en familia o con amigos proporcionan un respiro esencial del trabajo y las responsabilidades. Además, el 19% elige las compras y adquisiciones como una forma de autorrecompensa que genera satisfacción inmediata.

LEAR  Científicos clonan mamut, pero redes lo cancelan por antiguo tuit en el 8 mil a.C.

Celebraciones y socializaciones también juegan un papel crucial, ya que compartir un capricho con amigos o familiares fortalece las relaciones y suma momentos de alegría compartida. Algunos consideran que darse un gusto es una forma de autocuidado, a través de tratamientos de belleza, momentos de relajación en un spa o simplemente tomando tiempo para uno mismo. Estos deleites no solo implican un acto de satisfacción; son estrategias psicológicas para mantener el bienestar y la motivación individual.

Por último, un pequeño porcentaje de peruanos no enfrenta restricciones presupuestarias para darse placeres, lo que puede deberse a una alta capacidad económica o a un estilo de vida que prioriza el disfrute sin preocupaciones económicas. Las actitudes hacia los pequeños caprichos varían y reflejan tanto deseos personales como capacidades financieras. En definitiva, darse un capricho es una manera de reconectar con uno mismo y encontrar momentos de felicidad que hacen que la vida cotidiana sea un poco más dulce. Así que, hoy toca engreírme.

Deja un comentario