IA en finanzas: la innovación demanda gobernanza ética

María Pía Aqueveque

En el sector financiero actual, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser solo una ventaja competitiva para convertirse en un pilar operativo. Desde la evaluación crediticia y la detección de fraudes hastaa el trading algorítmico y la atención al cliente, la IA está transformando la forma en que operan bancos, aseguradoras y gestoras de activos. Sin embargo, a medida que su influencia crece, también lo hacen sus riesgos.

Cuando un algoritmo mal diseñado niega injustamente un préstamo o una IA descontrolada provoca una crisis de mercado, las consecuencias no son técnicas, sino humanas. La industria financiera trabaja con activos especialmente sensibles: el ahorro, la confianza y la estabilidad. Por ello, la gobernanza ética de la IA no puede ser una preocupación secundaria; debe estar en el núcleo de la estrategia institucional.

“Es fundamental que los directores desarrollen alfabetización en IA. No necesitan saber programar, pero sí formular las preguntas correctas”.

Como advertía Platón: “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”. Hoy podríamos reformularlo así: el precio de desentenderse de la ética en la IA es ser gobernados por algoritmos opacos y deshumanizados.

Los reguladores ya están actuando. En Europa, la Ley de IA y DORA están estableciendo nuevos estándares. En Estados Unidos, organismos como la SEC y la CFPB avanzan hacia una supervisión más estricta. Pero los consejos directivos deben anticiparse y liderar. Gobernar la IA exige incorporar principios de equidad, transparencia y responsabilidad desde el diseño, no después de una crisis. Es fundamental que los directores desarrollen alfabetización en IA. No necesitan saber programar, pero sí formular las preguntas correctas: ¿cómo se entrena el modelo?, ¿se detectan y corrigen sesgos?, ¿se protege al cliente?

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Esto requiere repensar las estructuras de gobernanza. Los comités tradicionales de auditoría y riesgo ya no bastan. Es momento de constituir comités específicos de ética tecnológica, integrados por expertos en cumplimiento normativo, análisis de datos, ciberseguridad y asuntos legales. Estos comités deben estar capacitados para revisar implementaciones de IA de alto impacto —como algoritmos de crédito o asesores automatizados—, evaluar su alineación con marcos regulatorios y éticos, y monitorear los riesgos mediante indicadores y matrices claras. Además, la gobernanza de la IA debe integrarse de forma explícita en las estrategias ESG. Cada vez más inversores exigen saber cómo las instituciones financieras aseguran un acceso justo al crédito, protegen los datos personales y garantizan decisiones automatizadas responsables. Aquellas organizaciones que puedan demostrar este compromiso con claridad, ganarán confianza y capital. La gobernanza ética de la IA es una necesidad para un liderazgo financiero sostenible. Los directorios proactivos marcarán el rumbo, no solo en innovación, sino también en ganar y mantener la confianza del público.

La cuestión no es solo tecnológica. Es estratégica, ética y reputacional. Las instituciones que adopten desde ahora una gobernanza responsable de la IA serán las que definan el futuro de las finanzas. Las que no lo hagan, serán definidas por él.