Nuevas alertas en la región del golfo Pérsico tras detectar minas navales en embarcaciones militares iraníes.
La medida, registrada tras los ataques de Israel a instalaciones iraníes el pasado 13 de junio, sería parte de una estrategia para interrumpir el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz, una vía clave para el comercio energético global.
Aunque el armamento no ha sido desplegado, fuentes de inteligencia confirmaron que Irán ha movilizado la logística necesaria y podría actuar en cualquier momento si considera que la tensión escala. La situación mantiene en alerta a gobiernos y mercados internacionales debido a la importancia estratégica del estrecho.
El estrecho de Ormuz es clave para el comercio mundial de energía. Por este canal marítimo pasa cerca del 20% del petróleo que se consume globalmente. También circula por allí el 30% del gas natural licuado transportado por mar. Está ubicado entre Irán, al norte, y Omán y los Emiratos Árabes Unidos, al sur. Es un paso obligado para el crudo de países como Arabia Saudita, Irak, Kuwait, Catar e Irán.
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La angostura del estrecho —de apenas 33 a 39 kilómetros en su parte más estrecha— lo convierte en un punto altamente vulnerable. Cualquier interrupción en su tránsito tendría consecuencias inmediatas en los precios internacionales del petróleo y del gas, además de un fuerte impacto económico en países dependientes de estos recursos.
El 22 de junio, el Parlamento iraní aprobó una resolución simbólica para cerrar el paso marítimo. La decisión final está en manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Algunos consideran esta acción como una respuesta política a las ofensivas israelíes en Siria y el Líbano. La medida ha elevado las preocupaciones sobre una posible confrontación directa entre ambos países.