Inmortalizado en mosaicos romanos en Túnez, el sloughi, un perro originario del Norte de África, ha sido el compañero de las tribus nómadas desde hace siglos. Pero esta raza de silueta esbelta está “amenazada” por los cruces y los tunecinos abogan por su conservacion.
Un clásico de todos los tiempos, cumple 100 años y regresa a los cines a nivel mundial.
“Hay que proteger al sloughi porque forma parte de nuestro patrimonio cultural, de nuestra historia”, afirmó la veterinaria Olfa Abid a AFP.
Abid, de 49 años, que tiene tres hembras sloughis llamadas Nemcha, Zina y Zouina, se esfuerza por sensibilizar en la necesidad de proteger esta raza canina muy antigua, hoy “amenazado”, lamenta.
Denuncia principalmente un proceso no controlado “de hibridación con la introducción de especies extranjeras, traídas en especial de España o Argelia” para aumentar el rendimiento en las competiciones.
La Central Canina Tunecina (CCT) inició hace dos años los procesos para “hacer que se reconozca a esta raza canina local según las normas internacionales” y obtener un pedigrí en Túnez, explica a la AFP su presidente Noureddine Ben Chehida.
Pelaje corto, color arenizo o gris y de espalda arqueada, el sloughi, también llamado lebrel árabe o bereber, habría llegado hace cientos o incluso miles de años a Túnez con las tribus nómadas, entre ellas los Mrazig, instalados en la región de Douz, en el extremo sur del país.
Su linaje es puro, lo que lo convierte en un animal apetecido por los criadores de otros países, especialmente europeos.
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