Juan McKniff vivió bajo constante vigilancia en la Cuba de Fidel Castro. Eran los primeros años de la revolución comunista, y todos los sacerdotes habían sido expulsados de la isla, excepto el padre estadounidense McKniff. Algo en su labor pastoral —desde 1939— con las comunidades de La Habana y alrededores hizo que el futuro dictador le permitiera quedarse.
Tras la llegada de Castro al poder en 1959, todas las órdenes religiosas fueron expulsadas, pero la Orden de San Agustín permaneció hasta 1968 gracias a McKniff. Su trabajo trascendió la Iglesia: fundó una escuela gratuita para niños pobres, organizó grupos de acción católica y estableció una clínica médica y dental para los más necesitados. Su compromiso lo convirtió en una figura respetada, pero también estrechamente vigilada por el régimen.
Tras un viaje a EE.UU. por salud, Castro le negó el regreso a Cuba. Así, la isla quedó huérfana de la Iglesia católica y sumergida en el comunismo violento de Fidel.
UN GRINGO EN CHULUCANAS
Nacido en 1905 en Media, Pensilvania, McKniff ingresó a los 14 años al Seminario Agustiniano de Villanova. Profesó en 1924 y fue ordenado sacerdote en Roma en 1930, donde obtuvo un doctorado en Filosofía. Tras 29 años en Cuba —y el maltrato del castrismo—, se ofreció como misionero en el vicariato de Chulucanas, a 16 horas de Lima, bajo supervisión de los agustinos de Chicago. Llegó en 1988, con 85 años.
A pesar de su edad, trabajó con la misma energía que en Cuba: visitando presos, enfermos y familias pobres en Yapatera, Sol Sol y La Encantada. Su impacto en Piura fue profundo.
El padre Fidel Alvarado, rector de su causa de canonización, lo recuerda cercano y siempre dispuesto a ayudar. “Hay muchos testimonios de sanaciones por su intercesión”, revela desde Chulucanas.
UN PAPA Y UN BEATO
Alvarado emocionado recuerda que el papa León XIV y McKniff fueron misioneros juntos. “McKniff estuvo en 1988 con Robert Prevost, hoy santo padre. Prevost llegó en 1985, pero regresó a EE.UU. en 1986. Volvió en 1988”, dice el párroco, amigo del papa.
McKniff murió en 1994 en Miami, poco antes de volver a Perú. Su legado perdura y su canonización avanza: será declarado venerable en junio. “Hace 14 años comenzó el proceso. Roma pidió traer sus restos de Miami a Chulucanas para este paso. El 22 de junio será la ceremonia”, explica Alvarado.
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León XIV, su viejo amigo, podría ser el primer papa agustino en canonizar a otro de su orden. “Ojalá sea el milagro del padre Juan para que tú seas papa”, le dijo Alvarado a Prevost antes del cónclave.
El 22 de mayo, el papa autorizó decretar tres nuevos venerables, incluidos dos misioneros. El 13 de junio se votarán causas de canonización, como la de Carlo Acutis, pospuesta en abril. Acutis, “el influencer de Dios”, promovió la imagen del Divino Niño de Eten, que espera reconocimiento vaticano.
LA ILUSIÓN DE UNA VISITA
“Sería maravilloso. Aunque no venga a Chulucanas, su parada podría ser Chiclayo o Trujillo. Iríamos allí”, dice Alvarado. Tras declaraciones del cardenal uruguayo Daniel Sturla, se especula que León XIV visitaría Argentina, Uruguay y posiblemente Perú.
“Tiene claro que faltaron en la agenda de Francisco”, dijo Sturla. “Perú está en su itinerario, pues fue obispo en Chiclayo”. El arzobispo destacó que León XIV “escucha más de lo que habla, con un estilo muy distinto al de Francisco”.
PREPARACIÓN Y RUTA
El Mincetur ya diseña la ruta “Caminos del Papa León XIV” en Piura, Lambayeque, La Libertad y Lima. Piura es clave: allí Prevost inició su labor misionera en 1985. La ministra Desilú León llegará a Chulucanas el 2 de junio para lanzar oficialmente la ruta.
“Será una bendición. Con un papa que ama al Perú, vendrán más personas que con Francisco. Es momento de fortalecer la fe”, dice fray Shego, rector del Colegio San Agustín de Chiclayo.