El desarrollo tecnológico en Chile ha avanzado significativamente. Somos líderes en conectividad en la región y, según datos de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), el 67% de las empresas ya está explorando herramientas de inteligencia artificial (IA) para mejorar su eficiencia. Sin embargo, este crecimiento nos plantea un desafío crucial: desarrollar una verdadera autonomía digital que proteja nuestros datos y potencie la innovación local.
Otros países ya han tomado la delantera en esta carrera. En Brasil, por ejemplo, destaca el proyecto Amazônia IA, el mayor modelo de lenguaje grande (LLM) conversacional robusto en portugués brasileño, desarrollado por WideLabs con el respaldo de Oracle y Nvidia. Este proyecto implica el desarrollo de aplicaciones soberanas y personalizadas para el sector público, demostrando cómo una estrategia nacional puede impulsar soluciones adaptadas a la realidad local y generar valor a partir de los datos propios.
En Chile, tenemos una oportunidad única para seguir el mismo camino. Generar soluciones tecnológicas basadas en nuestras propias necesidades y contexto no solo fortalecerá la industria nacional, sino que también reducirá la dependencia de plataformas extranjeras. Además, nos permitirá aprovechar uno de nuestros activos más valiosos: los datos generados en nuestro territorio.
Pero este debate no puede desvincularse de otro aspecto igualmente relevante: la protección y seguridad de los datos. En un país donde los ciberataques aumentaron un 138% en comparación con el año anterior, hablar de IA sin abordar seriamente la soberanía digital es una omisión peligrosa. Los riesgos son claros. Un ataque puede comprometer información crítica, afectar el acceso a sistemas esenciales y exponer datos confidenciales, especialmente cuando se entrenan modelos de IA con grandes volúmenes de información sensible, como registros financieros, datos personales o información estratégica.
Casos recientes a nivel global han demostrado que, sin los debidos controles, los modelos pueden ser vulnerables a filtraciones de los datos utilizados durante su entrenamiento, o incluso a ataques como el data poisoning, donde información maliciosa se introduce para manipular el comportamiento del modelo. Por ello, almacenar, procesar y gestionar datos dentro del país no solo permite un control más efectivo sobre la información, sino que también facilita la aplicación de protocolos avanzados de ciberseguridad, auditorías constantes y la creación de respaldos seguros en territorio nacional. Esta infraestructura local, sumada a prácticas rigurosas de gobernanza digital, reduce significativamente el riesgo de filtraciones, asegura el cumplimiento normativo y fortalece nuestra resiliencia frente a ciberamenazas cada vez más sofisticadas.
Afortunadamente, Chile ya cuenta con las condiciones para garantizar la residencia y seguridad de los datos cuando sea necesario. La presencia de proveedores de nube a hiperescala como Oracle, con dos regiones de nube en el país, permite a las organizaciones no solo almacenar y procesar datos en territorio nacional, sino también entrenar modelos de IA con total soberanía, reduciendo la latencia y asegurando el cumplimiento de las regulaciones locales.
La combinación de esta infraestructura local con herramientas de IA que ofrecen control sobre la residencia y el uso de los datos es un paso esencial para que Chile pueda capitalizar todo el potencial de esta tecnología sin comprometer su autonomía digital. La oportunidad está en nuestras manos; el desafío es actuar con la rapidez y visión que el momento exige.