Las concesiones son un negocio redondo

Ha sido una semana de pesadilla para los miles de pasajeros que fueron obligados a utilizar el nuevo terminal aéreo, que de nuevo tiene poco y más bien repite lo de siempre: el aprovechamiento de una concesionaria codiciosa que impuso la operación de un terminal aéreo que tiene serias deficiencias, a tal extremo que, en los primeros días, miles de pasajeros se quedaron varados y con un sinfín de problemas sin ser atendidos, y a quienes evidentemente nadie va a defender.

Imagínate que llegar tarde a un vuelo o simplemente intentar cambiar tu vuelo por motivos de fuerza mayor es un imposible y peor aún si has comprado en una tarifa económica. Solo tienes que resignarte a perder tu plata; las aerolíneas aducen que son las reglas, que debiste leer esas letras minúsculas en el “extenso” contrato que tú aceptaste, sí o sí, porque en realidad no podías comprar el pasaje sin aceptarlo.

Si aplicamos esa misma lógica —ahora que han inaugurado un nuevo aeropuerto y nos han obligado a usar todos sus servicios— con todos los problemas que se han originado, lo lógico es que se aplique ese mismo criterio drástico que tienen con los pasajeros para que la concesionaria Lima Airport Partners (LAP) pague las consecuencias de su negligencia, empezando con las indemnizaciones a todos los perjudicados, por su necedad de inaugurar un terminal aéreo que todavía no había sido concluido.

Asimismo, se debería abrir un proceso sancionador y una denuncia por incumplimiento de las condiciones en  que se iba a entregar el aeropuerto, que incluían una fachada y el diseño arquitectónico totalmente distinto de lo que hoy parece un supermercado o un almacén. ¿Quién se hace responsable de tremendo aprovechamiento, que ha sorprendido al MTC, Ositran y todos los entes reguladores, puesto que fue en concurso que se ganó la licitación para el diseño arquitectónico?

La criollada y el ‘Pepe el vivo’ están más vigentes con esta concesión tramposa, que es un negociazo millonario en desmedro de millones de peruanos, pues tenemos la obligación de pagar por un servicio que no corresponde, y todavía se aprovechan. Por eso, no es extraño que ahora el alcalde de Lima quiera hacer lo mismo con los trenes chatarra, porque necesitan del Estado para que financie su construcción y puesta en valor, para que después se les entregue a precio ganga a las concesiones.

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