El 20 de junio de 2023, Raúl Medel inscribió una sociedad en Las Condes con un capital de apenas $450 mil. Lo hizo en representación del extranjero Jesse Warren August y la llamó Sunflower Technologies. Decía dedicarse al desarrollo de software, mantenimiento de programas informáticos y programación de sistemas. Hoy, esa firma es el rostro de lo que podría ser una nueva estafa piramidal.
A poco más de un año de su fundación, la supuesta empresa tecnológica estaría involucrada en un esquema Ponzi en el que cayeron más de tres mil chilenos, y desapareció más de US$ 1 millón. “La desaparición del capital fue de un día para otro, antes siempre había funcionado bien la compañia y nunca hubo indicios de que fuera una estafa”, dice quien fuera el gerente general, Jaime Mena, que asegura haber perdido el 90% de su patrimonio. Afirma que todo habría sido orquestado por —en teoría— personas de nacionalidad singapurense.
Un gerente que desapareció
En agosto de 2023, Pablo González postuló mediante internet a Sunflower. Lo entrevistó Medel en un cowork de Las Condes. “Me dijeron que era una empresa que tenía una aplicación que buscaba armar un área de recursos humanos”, afirma González.
Al poco tiempo, “los asiáticos me dieron la tarea de reclutar gente”, dice. Medel, a las pocas semanas de su llegada, había desaparecido y necesitaban un gerente general. Tres personas participaron en el proceso. Uno de ellos fue Jaime Mena. “Lo entrevisté, me pareció que sabía de temas financieros y después lo entrevistaron los cuatro asiáticos”, relata el ex gerente de recursos humanos.
“Cuando yo llegué a la empresa, la información que se me dio es que él había sido despedido por malas gestiones y yo lo venía a reemplazar”, dice Mena sobre la salida de Medel. En septiembre de 2023 entró a trabajar en la empresa y se le dio la misión de hacer crecer el equipo. Llegaron a tener 30 personas, casi todos vendedores. Mena tenía experiencia en el Banco Santander, dice.
Regalaban PlayStation a los usuarios
Todo parecía estar en regla, concuerdan Mena y González. Incluso, el 2 de febrero de 2025 iniciaron los trámites para inscribirse en la CMF y entrar a la ley fintech, para eso contrataron al estudio de abogados Nilo Lavín y Asociados. El número que se les asignó fue el 2806909. Los asiáticos —como le llaman a los dueños, “porque decían que eran de Singapur pero ya no sabemos si eso es verdad”— iban todos los días a la oficina. Solo hablaban inglés y se les tenía que reportar semanalmente. “Siempre decían que estábamos creciendo muy lento”, dice Mena.
Cosco, Sam, Taylor, Toove, Lukas y Nick eran los nombres occidentales de estas personas. Mena asegura nunca haber sospechado nada, aunque ahora dice que no le hace sentido las prendas de marca y relojes caros que solían usar.
¿Cómo funcionaba la aplicación? Explica Mena: “Tú ingresabas un monto mínimo de inversión, de US$50, y con eso hacías match con otra persona para ayudarla a aplazar la deuda de su tarjeta de crédito”. Asegura que no se prometía una rentabilidad mensual —aunque podía llegar a 12% si uno era consistente con los depósitos—, pero “con los US$50 podías acceder a una persona que te aparecía en la aplicación. Tomabas esa deuda y Sunflower cobraba una comision”.
No había que saber de finanzas ni de criptomonedas (se podía retirar en USDC vía Binance). Bastaba con descargar una app, depositar un par de dólares y sentarse a ver cómo el dinero crecía solo.
La promesa prendió como pasto seco. Grupos de WhatsApp, Telegram, embajadores en redes sociales y eventos motivacionales en el Centro Comercial Apumanque fueron el canal perfecto para captar a cientos de chilenos. Además, cada vez que usabas la aplicación ganabas puntos, que después canjeabas por premios. “Se entregaron más de 600 premios, entre ellos PlayStation, Nintendo, freidoras eléctricas”, dice González.
Como en todo buen esquema Ponzi, los primeros cobraron sin problema. Mostraban pantallazos de sus ganancias, incentivaban a sus amigos a unirse y reinvertían.
Sunflower decía ser una fintech con base en Singapur, con educación financiera incluida y una plataforma que supuestamente invertía los fondos en inteligencia artificial. Cada usuario tenía un código de referido y un incentivo claro: traer más inversionistas.
Las dudas en Reddit
Confiesa Mena que los primeros meses en que operó la empresa no podía dormir por “temor a que los chinos se vayan con la plata”. Pero, consistentemente, todos los meses en que pedía retiros de dinero —tanto él como los familiares y amigos que invitó a invertir— estos llegaban sin atraso a las cuentas corrientes.
Más de 3.000 personas confiaban en el producto. González le enviaba a “Nick”, en Singapur, todos los meses la nómina de empleados y se pagaban los sueldos. Asegura también que se pagaban correctamente los impuestos y la empresa funcionaba de manera normal.
En la red social Reddit, eso sí, había dudas: “Esta app la tiene mi novio y suele depositar como sus US$90 al mes, y le llegan correos diciendo que cada vez que deposita gana 0.05252 USD (nada literalmente)…”. Casi todos los comentarios le decían que era un esquema Ponzi.
Y al parecer, estaban en lo correcto. El jueves de la semana pasada hubo dos retiros de US$100 mil y la empresa no procesó los pagos. “No había pasado nunca eso en dos años”, asegura el gerente. “El viernes le dijimos a los asiáticos en la oficina, les comentamos que esto era muy grave y nos dijeron que esa tarde se haría el depósito y que el lunes llegaría una persona nueva a la oficina, también asiática”.
Durante la tarde del sábado, cerca de las 17:00, todos los números asociados a estas personas desaparecieron de los grupos de WhatsApp. “Les escribíamos y salía un ticket”, cuenta. “En ese momento me di cuenta de la forma en que estaban operando”, dice Mena, que asegura haber perdido el 90% de su patrimonio en esta aplicación.
El lunes, aún con una pequeña esperanza de que esta persona que llegaría a la oficina estaría ahí, todo el equipo se presentó en la sede en Las Condes. Pasadas las 11 de la mañana no llegó ningun asiatico. Ahí recién se dieron cuenta de que habían sido estafados. Partieron a la PDI, hicieron una denuncia, declararon todos los ejecutivos e incluso Mena abrió su secreto bancario para comprobar que no sabía cómo operaban los dueños de la firma y que no recibió ningún peso. “Somos parte de la defraudacion, somos inocentes, nos vendieron esta fachada y caímos, no vimos señales de que esto podría ser una estafa”, relata el exgerente general de la firma.
Aunque dice que desapareció más de $1 millón, él no tenía acceso a ver cuánto dinero realmente había en la aplicación. “Eso lo manejaban los chinos”, afirma.
El martes 8 de julio, la CMF emitió un comunicado informando que Sunflower “no está autorizada para prestar servicios regulados en la ley Fintec”.
Ese mismo día, la página sunflower.cl amaneció caída con un mensaje: “Estamos trabajando para usted”. El perfil de LinkedIn tampoco estaba y la cuenta de Instagram había sido eliminada. Al igual que la “inversión” de más de 3 mil chilenos.