En las últimas semanas, habían aumentado las señales de un distanciamiento entre Elon Musk, fundador de Tesla y dueño de la mayor fortuna del mundo, y el presidente de EE.UU., Donald Trump. Este último lo había acogido como uno de sus principales asesores económicos y lo puso al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés).
Primero, el propio magnate anunció hace algunas semanas que planeaba acortar su período en el gobierno del líder republicano. Pero las mayores tensiones surgieron este mismo miércoles, cuando Musk criticó duramente el plan de reforma fiscal de Trump, admitiendo que se sentía decepcionado por sus limitaciones.
Aunque el mandatario restó importancia a las declaraciones de su asesor ante los medios, la situación escaló rápidamente. Ese mismo miércoles por la noche, el multimillonario anunció en su red social X el fin de su labor en el DOGE, agradeciendo a Trump.
“A medida que mi tiempo como Empleado Especial del Gobierno llega a su fin, quiero agradecer al presidente @realDonaldTrump por la oportunidad de reducir gastos innecesarios. La misión del @DOGE se fortalecerá con el tiempo, convirtiéndose en un estilo de vida en todo el gobierno”.
Más allá de las tensiones, la salida de Musk también estaba prevista por el calendario: bajo su estatus de “empleado especial”, solo podía trabajar 130 días consecutivos para el gobierno. Justo a fines de mayo se cumplían esos 130 días desde que Trump asumió.
Durante sus primeros 100 días en la administración Trump, Musk declaró en una entrevista con Fox Digital News que había trabajado en Washington D.C. en su iniciativa DOGE “siete días a la semana, o casi siete días a la semana”.