Pese a las noticias que dan los medios sobre actos delincuenciales, como son asaltos, robos, extorsiones, estafas y muchísimos más, aún muchas personas dan muestras de confianza, diría de hasta ingenua candorosidad y caen inocentemente afectados por tales delitos.
Antiquísimo refrán nos enseña que “El confiado es burlado” y, como decían nuestros padres “Duda y acertarás”, todo lo cual y a su manera lo podemos encontrar con la exquisitez de la pluma de Mario Vargas Llosa en “Quien mató a Palomino Molero”.
Infinidad de personas e instituciones creen que para enfrentar tales actos delictuosos lo que se requiere es que los policías y serenos custodien calles y plazuelas y que además los patrulleros, motorizados o no, estén dando permanentemente vueltas.
La verdad es que, para variados delitos como los que hemos relacionado, ello sirve muy poco y que lo que se debe hacer preventivamente es alertar a los vecindarios, lo que puede efectuar tanto la Policía Nacional como las Municipalidades, a través de paneles publicitarios, como avisajes en medios de comunicación, sin olvidar charlas en colegios y universidades, así como en organizaciones gremiales y sociales.
La confianza extrema de mucha gente y su candidez francamente no tiene limites. Por ejemplo, tocar las puertas de la vivienda diciendo que es el “cartero” y que tiene que entregar carta a la mano pues es certificada y el destinatario tiene que firmar el cargo de recepción. ¿Quién se la cree?, muchos en verdad, cuando ya casi no hay correspondencia física, prácticamente toda es virtual enviada por WhatsApp o correo electrónico. Ni siquiera se ven carteros por las calles.
Otra modalidad es la del bodeguero que se supone llega con el pedido, le abren la puerta y asalta y roba, simplemente porque no se tomó la precaución de preguntar a los otros habitantes de la vivienda si es que hicieron el pedido.
Frecuente también y parecida a la anterior es la llegada de la “piza”, que nadie solicitó ni menos pagó, pero ante la golosa posibilidad de dar cuenta de ella, con toda inocencia se abre la puerta y el asalto y robo llegan al instante, pero la piza: ¡niente!
También las inspecciones de SEDAPAL por supuestas fugas de agua, en que por supuesto la imprudencia del titular del predio hará pasar al inspector sin haber verificado con la proveedora del agua si estaba prevista la visita.
Como hay temor a los terremotos y temblores, ahora pululan supuestos instructores de INDECI para indicar la vía de evacuación. Como no lo constaron, también cayeron en la trampa y fueron asaltaros.
Igualmente hay los de las empresas distribuidoras de gas que van a los domicilios a verificar que no exista fuga. Aunque el apreciado lector no lo crea, si hay quienes se lo creen y variadas veces sin que tengan gas en el hogar. Irresponsablemente abren la puerta y de inmediato son afectados por los que se hicieron pasar por inspectores de gas.
Es muy frecuente también la burla al vecino por quienes se hacen pasar por agentes municipales y se supone que van a hacer mediciones para verificar si la declaración para el Impuesto Predial es idónea. El inspeccionado también cae en la trampa sin siquiera exigir la identificación del inspector.
Ahora que se viene el Censo Nacional, también hay que estar alerta, pues hay malandrines que para operar tienen una y mil triquiñuelas, y para evitarlas es mejor ser desconfiados. Acuérdense que “la confianza mató a Palomino”.