Penosamente, venimos acostumbrándonos de que cierta prensa poco seria, para no decir absolutamenta mentirosa, arma cada “muñeco” en ánimo de aumentar lectoría, radioescuchas, televidentes o simplemente seguidores de redes digitales.
Como lo que más genera el interés de las gentes son los escándalos, de cualquier cosa se hace una novela e incluso por capítulos, para tener a la población inmersa en la noticia, así ella sea falsa o solo exagerada, aunque igual de mala.
Con noticias no corroboradas al igual que con información falsa, se puede perjudicar gravemente la honra, prestigio, reputación y buen nombre de cualquier persona, institución, empresa o credo religioso y, esas noticias a las que nos referimos son como tirar piedras, una vez echadas no regresan como tampoco las balas.
El honor es un bien de gran valor, por lo que debe ser preservado y respetado. Recordemos simplemente que en nuestra civilización, las afrentas contra el honor pueden llegar a constituir delitos, como son la difamación, injuria y calumnia, penados por la Ley.
Muchas veces existe hasta manipulacion mediática, como ya lo había advertido Noan Chomsky, quien afirmó que “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros”.
Desarrolando el concepto se dijo que existen estrategias manipulatorias mediáticas como son el distraer, para evitar que la gente se fije en temas relevantes o simplemente importantes.
También el crear problemas, para después ofrecer soluciones muchas veces exigiendo pago por ellas y, por supuesto la llamada “gradualidad” imponiendo cosas inaceptables de a pocos para evitar protestas colectivas si es que fuesen impuestas de “golpe y porrazo”.
Igualmente tenemos el diferimiento o postergación de las cosas, como se dice “patear el tablero”, para no tener que enfrentar los problemas de inmediato. A ello se agrega tratar a la población como si fueren infantes, en agravio a su inteligencia y comprensión de las cosas.
La emocionalidad también se utiliza para promover sentimientos de simpatía, con lo que se evita la crítica, muchas veces justa y pertinente, y así se podrían seguir con muchas otras acciones derivadas del pensamiento de Chomsky.
No olvidemos que la prensa no solo tiene finalidad informativa, sino también educadora, por lo que siendo la verdad un bien fundamental de ella, no se debe de modo alguna jugar con ella y mentir o simplemente inducir a la mentira o con “medias tintas” inducir al error.
Para educar, una de las herramientas más valiosas es la verdad y si bien la mentira es fácil de encontrar y confrontarla, inducir a la mentira para que se llegue a conclusiones erradas, es simplemente perverso pues se juega con la buena fe de quien recibe la información.
Como sabemos los medios, más que de la venta del producto, vive de la publicidad y quien la pone normalmente es el Estado para comunicar sobre todo decisiones y promover campañas cívicas. También las empresas y las instituciones.
Por lo antes expuesto, los anunciadores deben ser muy acuciosos para determinar a quien se otorga publicidad y a quien no. El llamado “rating” no puede ser lo único a tomarse en cuenta para la colocación del avisaje, también y con mayor exigencia, la credibilidad del medio. La ética no puede ser ajena a la contratación publicitaria.