Por: Bruno de Ayala Bellido Colombia, tantas veces Colombia

El reciente atetando contra el senador Miguel Uribe Turbay, de 39 años, precandidato a la presidencia por el partido Centro Democrático, nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala e hijo de la periodista Diana Turbay —secuestrada y asesinada por la organización del tristemente célebre narcotraficante Pablo Escobar— reaviva los sentimientos más profundos de frustración y miedo en un país tan entrañable y querido, tan similar al Perú, como lo es Colombia. Para la familia Uribe Turbay, que ha defendido la institucionalidad y el proceso democrático del país hermano, la desgracia parece perseguirlos sin tregua.

Otra precandidata, la senadora María Fernanda Cabal, también del partido Centro Democrático y también bajo amenaza de muerte, señaló que su país “se deshace en manos de un tirano”. Ese tirano —impresentable— tiene nombre y apellido: Gustavo Petro, exintegrante del grupo guerrillero M-19, ahora presidente, reinventado como “progresista” y líder de una izquierda desquiciada que está llevando a Colombia directo al precipicio. Petro pretende, por todos los medios, retener el poder a través de una consulta popular que le otorgaría facultades para aprobar su reforma laboral, con ello, poner en jaque a la patria de Gabriel García Márquez y Antonio Nariño. Este gobierno delirante, intenta sumar a Colombia a la lista de naciones hoy políticamente inviables: Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia.

¿Pero quién está detrás de este atentado? Hipótesis hay muchas: los narcos, el crimen organizado, la extrema izquierda, los movimientos paramilitares… Es un misterio que esperamos se esclarezca pronto. Un sicario de apenas 14 años —que debería ser juzgado como aduulto— fue el autor material de este execrable crimen. Herido en una pierna mientras escapaba, hablará, no cabe duda. Su celular ya está en manos de la policía, y las viviendas de su abuela y tía han sido intervenidas. Una mujer que le susurra al oído segundos antes de apretar el gatillo le da un matiz aún más siniestro a esta escena trágica.

LEAR  El Papa que ama el ceviche, el arroz con pato y la cocina con alma.

En este punto, cabe un paréntesis. El presidente Gustavo Petro, durante su nefasto mandato, ha desarticulado los servicios de inteligencia, ha removido a más de 100 generales de la policía, y con ello ha disminuido drásticamente la seguridad de los precandidatos. Los ha dejado expuestos con total impunidad. Al senador Miguel Uribe lo custodiaban solo dos agentes. Y Petro, con el descaro propio de cierta izquierda disfuncional, se atreve a hablar del “niño asesino” y de sus derechos, mientras uno de sus más tenaces opositores se debate entre la vida y la muerte. Así de anacrónica está la política en Hispanoamérica.

Mientras esta dantesca presidencia se burla del colombiano bien nacido, las intenciones de este arlequín devenido en presidente de perpetuarse en el poder continúan. Pretende, mediante una consulta popular, saltarse la autoridad del Congreso y reformular el estadio de derecho. La obscena tentación de perpetuarse en el poder, común entre los líderes de izquierda autoritaria, merece un análisis psiquiátrico: los Castro en Cuba, Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina. ¿Cuántas veces más debemos ver esta película para aprender la lección?

Como en el Perú, Colombia tiene una última oportunidad en el 2026. Sus elecciones generales deben sacar del poder a esta izquierda con pasado terrorista y presente autoritario.

Que así sea.

(*) Analista internacional