La operacion estrategica que se viene preparando desde hace más de 18 meses para anular la capacidad nuclear de la teocracia dictatorial instaurada en el antiguo Imperio Persa —hoy República Islámica de Irán— se inspira en la Biblia, libro sagrado para judíos y cristianos, específicamente en Números 23:24:
“He aquí, el pueblo que como león se levantará y como cachorro de león se erguirá; no se echará hasta que devore la presa y beba la sangre de los muertos.”
Este versículo es un poderoso recordatorio de que el pueblo de Dios posee la valentía y la determinación para levantarse y acabar con sus enemigos.
“La Operación León Naciente” nace bajo la premisa de que esta guerra era inevitable, más temprano que tarde debía producirse. La jauría dogmatica islámica que domina Irán y oprime a su pueblo no entiende de razones; su odio visceral hacia Israel hace imposible cualquier intento de paz. Los informes de inteligencia eran claros: Irán estaba en capacidad de producir, con su uranio enriquecido —ya casi al 90 %— hasta diez bombas nucleares. Durante años, las declaraciones de sus principales líderes han señalado un solo objetivo: destruir Israel. Esa frase perversa que algunos incautos en Occidente celebran —“Desde el río hasta el mar”— no es otra cosa que un llamado a la destrucción total de Israel, la única democracia representativa, faro de libertad y tolerancia en esa indómita e histórica tierra llamada Medio Oriente.
Sobre Israel, esto declara el principal líder de Irán:
“Definitivamente, el régimen sionista es la fuente de corrupción, guerra y divisiones. Es un tumor letal, peligroso y canceroso; ciertamente debe ser erradicado y lo será.”
— Jameneí, 17/05/2025
“La promesa divina de eliminar la entidad sionista se cumplirá y veremos el día en que Palestina se alzará ‘desde el río hasta el mar’ (destrucción total de Israel).”
— Jameneí, 23/05/2024
“Israel no es un país, sino una base terrorista.”
— Jameneí, 07/05/2021
La guerra entre Israel e Irán está en marcha. Se avecinan varios capítulos de una guerra aérea de bombardeos, misiles balísticos y drones, la nueva estrella de la guerra moderna. A estas alturas, no hay marcha atrás: Israel jugó su carta decisiva. Todos los países del Medio Oriente, por ahora, guardan prudencia operativa, salvo tibios mensajes de apoyo a Irán. Sin embargo, nada garantiza que, según sople el viento, tomen posiciones a favor o en contra.
Cada ataque generará una respuesta de ambos bandos. Sabemos que el Mossad (servicio de inteligencia israelí) está infiltrado en Teherán; prueba de ello fue la eliminación, en 2024, en plena capital iraní, de Mohamed Deif, jefe del brazo armado de Hamas. Habrá sorpresas y operativos dignos de Hollywood, no lo duden. Además, se espera una posible insurrección del pueblo iraní contra los déspotas islámicos chiíes: sería la oportunidad de poner fin a años de opresión, especialmente contra mujeres y minorías, y reconstruir una forma de gobierno acorde con los intereses de todos, y no de unos jerarcas octogenarios.
Los dados están echados: Medio Oriente arde. De cómo se gestionen los próximos días o semanas dependerá si esta guerra escala e involucra al mundo entero. Las alertas se centran en el estrecho de Ormuz, por donde transita el 20 % del petróleo mundial, vital para la economia global. Esta guerra durará lo que tenga que durar. Ojalá triunfe la civilidad sobre la barbarie.
(*) Analista Internacional