Nos encontramos a dos semanas de la fecha límite para la inscripción de las alianzas electorales ante el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) con vista a las elecciones generales de abril de 2026 y parece que los partidos políticos de derecha o de centro derecha -o más bien sus dirigentes o líderes- no son capaces de darse cuenta que, presentarse de manera separada para alcanzar la primera magistratura de la nación es una forma segura de poner en riesgo el futuro del país y su gobernabilidad, puesto que, como es de público conocimiento, la izquierda extrema y la izquierda progresista vienen afinando su posible alianza para presentarse a los ya cercanos comicios generales.
En efecto, como lo hacen saber algunos medios de comunicación, se está dando el acercamiento de movimientos radicales como Voces del Pueblo de Guillermo Bermejo, el Partido de los Trabajadores y Emprendedores con miembros de Patria Roja, Nuevo Perú de Verónica Mendoza, y otros como el movimiento nacionalista de Antauro Humala y Juntos por el Perú con Roberto Sánchez, exministro de Perú Libre y, hasta los partidarios de Pedro Castillo (aún sin sentencia judicial ni inhabilitación política) plantean su eventual postulación y pretenderían la posibilidad de formar una alianza de izquierda para alcanzar mayoría relativa en el nuevo congreso bicameral para impulsar una nueva constitución política que terminaría arrojando al despeñadero el futuro del país.
Por otra parte, algunos partidos democráticos como el Partido Popular Cristiano y el Partido Unidad y Paz que lidera el General Roberto Chiabra, han hecho saber recientemente la alianza que han conformado para enfrentar la próxima consulta nacional lo cual es un importante esfuerzo de partidos de centro derecha que debe aún consolidarse con la unión de más fuerzas democráticas pues, si estas últimas pretenden llegar solas al partidor, solo lograrán dispersar aún más la votación.
Y es que, no es posible admitir cabalmente, que los líderes de los autodenominados partidos “populares” no puedan darse cuenta de que la composición del congreso se forma “tal cual” como se dan los resultados de la primera vuelta electoral y por ello, tendría una representación tan fragmentada que, aún si lograsen un triunfo en la segunda votación, les será imposible gobernar con las cámaras congresales tan heterogéneas como divididas.
Los partidos políticos grandes o chicos, de centro, centro-derecha o de derecha propiamente dicha, que incluyen a los clanes familiares y las fuerzas políticas que respaldan figuras mediáticas deben quitarse la venda de los ojos que les produce su inmensa soberbia y lograr una alianza democrática ampliada que, con metas mínimas en forma de acuerdo, deban dar un golpe de timón para corrije el rumbo incierto que nos dejaron los aventureros y oportunistas que fungieron de presidentes las últimas décadas y presentar ahora una lista de postulantes al congreso compuesta de gente patriota, gente honesta, especialistas (técnicos o profesionales) y políticos de carrera que reúnan el perfil (en ese orden) y de esa manera garantizar los cambios que exige el futuro de nuestro país.
Es inaceptable que personas que dicen querer lo mejor para su país sean incapaces de ver, reconocer y comprender que sin formar una alianza democrática ampliada será imposible llegar al poder con el respaldo suficiente de un congreso que cuente con mayoría para lograr los cambios que el país requiere. Esto debe quedar claro en los políticos endiosados y arrogantes que hasta el momento no buscan formar alianzas creyendo que se bastan por sí solos. Una eventual alianza, posterior a la primera vuelta ya será muy tarde, la izquierda ya habrá tomado gran parte del Congreso. Esperemos que aquellos a los que la izquierda llama Derecha Bruta y Achorada no hagan que se confirme el slogan o que por lo menos solo se confirme la acepción referida a lo desafiante de su accionar, pero no a su aparente torpeza descomunal.