En 1979, mi brillante profesora de Comercio Internacional e Inversión, Rachell McCulloch, en la Universidad de Harvard, nos relató en clase con lujo de detalles cómo Nixon, en el Smithsonian de Washington D.C., flanqueado por los ministros de finanzas del G, declaró haber efectuado el acuerdo monetario más importante de la historia.
El 15 de agosto de ese año, EE.UU. abandonó la paridad fija de 35 dólares por onza troy establecida en el Acuerdo de Bretton Woods en 1944, convirtiendo así todas las monedas en fiduciarias.
Existen miles de artículos sobre este tema apasionante. Pero lo cierto es que, al igual que con el Acuerdo Plaza con Japón en 1987, el vicepresidente de Oliver Wyman y ex director global de investigación de banca y finanzas diversificadas en Morgan Stanley señala en un interesante post que la coyuntura actual impulsada por Trump guarda similitudes con lo ocurrido en la época de Nixon, por lo que aboga por una mirada retrospectiva.
Los acontecimientos recientes comparten rasgos con el "shock de Nixon", que ocurrió cuando el entonces presidente sacó al dólar del patrón oro, impuso un arancel del 10% a las importaciones e introdujo controles temporales de precios.
Este desanclaje del régimen generó un período de inestabilidad e incertidumbre económica global. No solo erosionó la confianza empresarial, sino que derivó en estanflación.
Los controles de precios y salarios de Nixon resultaron espectacularmente contraproducentes: generaron escasez y alimentaron una espiral inflacionaria. Todo este episodio contribuyó decisivamente a la alta inflación de los años 70.
Al igual que los aranceles de Trump, los de Nixon buscaban presionar a otros países para modificar los términos de intercambio y reducir el déficit comercial estadounidense. Sus mayores preocupaciones eran Japón y Alemania.
"Mi filosofía, señor Presidente, es que todos los extranjeros están dispuestos a perjudicarnos y es nuestro deber perjudicarlos primero", dijo el secretario del Tesoro, John Connally.
En el mundo hiperfinanciarizado actual, ya hemos visto cómo los mercados de bonos pueden forzar acciones políticas con mayor rapidez. En 1971, pasaron cuatro meses antes de que los aranceles de Nixon se eliminaran mediante el Acuerdo Smithsonian.
Pero el shock ya había catalizado cambios extraordinarios en las finanzas, dando lugar a nuevos instrumentos para especular sobre tasas de interés y cubrir riesgos cambiarios, como futuros y opciones en divisas.
El dolor de la estanflación en la banca provocó grandes cambios en el comportamiento y la regulación financiera. Los inversores reasignaron activos hacia el oro y bienes reales para preservar valor, mientras empresas y depositantes migraban de la banca tradicional a los mercados de bonos. Desde entonces, los préstamos bancarios como porcentaje del endeudamiento total han ido disminuyendo.
En resumen, las finanzas modernas se forjaron en los años 70.
También hay paralelismos con países fuera de EE.UU. afectados actualmente por aranceles. En 1971, incluso los aliados más cercanos recibieron un trato desfavorable. Nixon impuso aranceles a Canadá pese a que su moneda ya flotaba. Al igual que el primer ministro Mark Carney hoy, los canadienses no cedieron y finalmente se eliminaron los aranceles.
Podría haber sido peor: Connally quería que EE.UU. abandonara un pacto automotriz con Canadá, pero Paul Volcker lo evitó (según sus memorias) al hacer que un funcionario removiera discretamente las páginas incómodas de los comunicados.
Al final, la necesidad de estabilidad en las relaciones internacionales inclinó la balanza contra los aranceles. Henry Kissinger, entonces asesor de seguridad nacional, advirtió sobre el daño a las alianzas.
Nixon también presionó a la Fed para adoptar políticas expansivas y compensar el shock. William Safire, su redactor de discursos, relata cómo la administración filtró propuestas para ampliar la Reserva Federal y llenarla con miembros afines.
Las consecuencias de estas medidas se extendieron por décadas. Incluso el euro tiene sus raíces en este episodio.
¿Será el próximo paso un euro digital o mercados de capital más profundos? Aún no está claro, pero la historia sugiere que las repercusiones de este nuevo shock se sentirán por años.