El principio de incompetencia de Peter fue desarrollado en los años 60 por el canadiense Laurence J. Peter, analizando diversas empresas de los EEUU y llegando a la conclusión de que los trabajadores ascienden en jerarquía hasta que alcanzan su nivel de incompetencia.
Una de las críticas que se le hace es que antes la gente duraba más en los trabajos.
Esto, que parecía una broma y que le costó a Peter 9 años, pues 14 editoriales lo rechazaron, su libro que escribió con Raymond Hull mostró que el principio se daba con demasiada frecuencia y se corresponde con la realidad. Luego de múltiples conferencias y promoción en medios de comunicación, el libro se publicó.
En su obra, Peter expone un buen número de ejemplos para ilustrar su teoría.
Uno de ellos es el mecánico que es ascendido al puesto de encargado. Desde su nuevo papel, no para de entorpecer la labor de sus subordinados; es incapaz de quedarse quieto y se mete continuamente a hacer sus reparaciones, no permitiéndoles trabajar. Finalmente, ni él puede hacer su trabajo, ni lo pueden hacer sus subordinados, que acaban totalmente frustrados.
El profesor Peter extendió los efectos de su Principio, no solo al mundo empresarial, sino también a otro tipo de organizaciones, como las Administraciones Públicas, las instituciones de educación como la Universidad o incluso el ejercito.
Kelly Shue, profesora de finanzas en la Escuela de Administración de la Universidad de Yale y una de las autoras del estudio «Promociones y el Principio de Peter», le dijo a la BBC que efectivamente ella y su equipo encontraron que la premisa se cumple.
«Los números que arrojó el estudio que realizamos en 131 compañías diferentes nos muestran que hay un respaldo a las ideas de Peter», aseguró.
El estudio fue realizado en empresas estadounidenses que se dedican a las ventas.
Si bien el estudio se basó en empresas de un sector específico, la profesora de Yale cree que este fenómeno «podría suceder en muchos tipos diferentes de ocupaciones y empresas».
Los especialistas consultados coinciden en que «el principio de Peter» ocurre en las organizaciones de manera frecuente.
Y, claro, guardando las distancias y porque no necesariamente este tipo de principios como aquel famoso de la ley de Murphy, en que, si algo puede salir mal, de seguro saldrá mal, en nuestra famosa clase política hay quienes suben y suben y vaya que notoriamente llegan a su nivel de incompetencia, como sugiere el Principio de Peters. Lo paradójico y patético es que algunos llegan incluso incompetentes de origen y desgraciadamente lo vemos en diversos ministros, que la verdad da coraje y sin duda y tal vez más de la mitad de los 130 congresistas, más gran parte del sistema judicial.
Pero en la actual coyuntura y en mayoría simple o calificada, casi todos bajan y bajan y cuando llegan al piso, por las escaleras siguen bajando al subterráneo.
Y es que este gobierno desde la Doña Dina que subió, vaya que está con lo que yo doy en llamar “El Principio de Peter, pero Dinamizado”, lo que sin duda es sumamente contagioso a sus allegados.