Por: Gabriel Bustamante Fahrenheit 451: quemar libros sin fuego

Al final ¿Tanto miedo le tiene SUSALUD a Seguros Rímac?

Cuando Ray Bradbury publicó Fahrenheit 451 en 1953, yo aún no pensaba ver la luz. Nací un año después, en 1954. Su novela Fahrenheit 451, retrata un mundo donde los bomberos no apagan incendios, sino que queman libros a 451 grados Fahrenheit (es decir a 233°C) porque leer es peligroso, y pensar, aún más. En esa sociedad, todo lo que provoque reflexión está prohibido: los libros, la conversación, la memoria.

71 años después, ya no hacen falta llamas. Hoy, los libros se eliminan en silencio: Se borran de la nube, se desindexan de buscadores, se eliminan de las bibliotecas digitales, se revocan licencias electrónicas (DRM), se ocultan bajo algoritmos o bajo millones de estímulos vacíos.

Y lo más alarmante: nadie protesta.

Mientras tanto, la lectura se ve reemplazada por: Videos fugaces que entretienen pero no educan, juegos en línea adictivos, plataformas de apuestas disfrazadas de diversión, redes sociales que premian lo banal.

La nueva hoguera no quema papel: quema la atención, el pensamiento y el deseo de leer.

Sin embargo, no todo está perdido. No podemos soslayar los esfuerzos de quienes comparten libros de descarga gratuita, fomentando el acceso universal al conocimiento. Son faros en medio de la niebla pero, a menudo, se pone la vela debajo de la mesa, en lugar de alumbrar desde lo alto. Las bibliotecas digitales solidarias existen, pero no se difunden como deberían o no las buscan los lectores.

La lectura sigue siendo un acto de liberación. Y perderla no es solo una tragedia cultural, es una amenaza social.

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Un niño que no lee será un joven más frágil. Un joven que no lee será un adulto que dependerá de otros para entender el mundo. Y una sociedad que no lee será, finalmente, esclava… de quienes sí lo hacen.

Hace 7 décadas, Bradbury temía un mundo donde se prohibiera leer. Hoy, vivimos uno donde leer ya no importa. Y esa, tal vez, es la peor quema de todas.

¿Y si este autor viviera hoy, en 2025? No escribiría sobre las llamas, escribiría sobre algoritmos que apagan la mente sin que nadie lo note. Y volvería a preguntarnos:

¿Estás leyendo…o solo mirando?

A modo de conclusión: La mente crítica.

Defendamos el Libro, la lectura y, sobre todo, la mente crítica.

Porque una mente crítica es capaz de cuestionar, de denuciar, de decir “esto no está bien”.

Y esa capacidad solo nace cuando se lee, se estudia y se piensa.

Quien no desarrolla una mente crítica, no decide: solo repite lo que otros le imponen.

Y así, poco a poco, se apaga la libertad.

PD. ¿Tanto miedo le tiene SUSALUD, la Superintendencia Nacional de Salud, a Seguros Rímac que no atiende nuestro reclamo por NO colocar la Advertencia LOS SEGUROS DE SALUD PARA ADULTOS MAYORES NO CUBREN PRE-EXISTENCIAS?. Van 40 días y no dicen NADA a pesar de mi reclamo original más 02 denuncias hechas a sus Libros de Reclamaciones. No abandonaré este caso.

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