Las unidades de investigación de algunos medios de comunicación han detectado que los ´caciques´ de algunas organizaciones políticas están íntimamente ligados o en proceso de incorporación a sus filas de muchos mineros informales con Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) vigente que mueven muchísimo dinero, producto de su ilegal negocio, y es muy probable que proveerán del soporte financiero a las campañas electorales de los dueños de partidos SAC y sus huestes.
Si bien es cierto, el aporte económico será fundamental para los gastos de publicidad y otros propios de la campaña que realizarán en todo el país, no se descarta que varios amantes del dinero fácil se guarden parte de los fondos, para beneficio propio y no de las actividades proselitistas.
La gran pregunta que nos hacemos es: ¿cuál será el precio que pagarán los fundadores a estos informales, por esta ´´veta´ aurífera ilegal manchada de sangre?, ¿se contentarán tan sólo con su inscripción en las listas de candidatos o es qué además de este ´regalito´ exigirán también un compromiso para solidificar la posición de la minería informal e ilegal ante los poderes del Estado?
Si estos seudos caudillos ya tomaron la decisión de apoyarse de la minería informal, ¿por qué no habrían de hacerlo de otras fuentes oscuras de financiamiento como: tala ilegal, trata de personas, cocaleros ilegales, narcotráfico, y otras? Es decir, en los próximos comicios tendremos todos los vicios habidos y por haber y serán las Instituciones del Estado quienes tendrán que tomar todas las previsiones, desde ahora, para evitar que ello ocurra. Un papel relevante tendrá los medios de comunicación, labor que con mucha objetividad lo vienen haciendo hasta la fecha, para desnudar y dar a conocer a la opinión pública estos sombríos propósitos de “los falsos padres y madres del Perú”.
No hay pueblo en el mundo que prescinda de buenas organizaciones políticas. Allí radica la importancia de los verdaderos partidos democráticos para trazar la diferencia y desmarcarse de aquellas “empresas políticas” lideradas por caciquillos criollos, quienes diariamente dan a conocer sus oscuros fines sin importarles el qué dirán. El brillo del dinero o el oro los enceguece y envilece de tal forma que no les preocupa la sociedad, las instituciones ni los medios de comunicación.
Los caciques no son producto del momento, se remontan desde siglos atrás, y se han especializado en ´descubrir´ negocios poco controlados por el Estado, al que le han sacado la vuelta de muchas maneras. Empezaron haciendo sus pininos en varios sectores hasta amasar grandes fortunas, incluyendo un filón muy fértil como el de Educación. Allí, el Estado obeso y cegatón permitió un sinnúmero de beneficios y vacíos legales (escaso seguimiento y control de las leyes) que fueron muy bien aprovechados por estos ´reyezuelos´, bribones de siete suelas.
No obstante, no sólo el cacicazgo ha contaminado la política nacional. También lo hacen aquellos que han apostado por instalar dinastías en sus organizaciones para controlar los partidos que fundaron sus antecesores y que utilizan a aprendices de Tucuyricuy, a los que ubican a lo largo y ancho de su espectro organizacional, para que les informen de todos los pormenores (llámese chismes). Estos herederos hacen lo que planean y quieren. No les importa lo que piensen las bases. Son tan soberbios que dan por sentado que lo que ellos dicen debe ser aceptado, sin duda ni murmuraciones, por las bases. Diera la impresión que creen que viven en la época de la Colonia y sus ´súbditos´ deben acatar todo lo que la nobleza obliga. Poco o nada importa que los herederos de los otoñales o extintos líderes tengan las condiciones de liderazgo, ascendencia, conocimiento, valores morales y amor por el Perú.
En los partidos dinásticos no se permiten cuadros potenciales que impidan la continuidad del linaje en las candidaturas a los más altos cargos. Los candidatos ´monárquicos´ son eternos y seguirán en la palestra hasta que consigan sus objetivos. ¿No me cree?, acompáñenme a pasar revista a algunos de los partidos políticos que participarán en las próximas elecciones y veremos las dinastías consolidadas y las que se vienen gestando, a través de sus fundadores.
Sabemos que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. No permitamos que el Perú se convierta en vil repartija de ambiciosos e improvisados.