La inseguridad ciudadana y la coyuntura política que atraviesa el país demandan con urgencia un cambio total del actual Gabinete Ministerial y el planteamiento de una serie de medidas que constituyan un plan de transición serio, transparente y responsable que nos conduzca sin sobresaltos hacia un nuevo Gobierno el año 2026.
El gabinete liderado por el premier Gustavo Adrianzén denota agotamiento y carencia de ideas para solucionar los problemas que afligen al país y a millones de peruanos. Más que un equipo afiatado de funcionarios públicos con autoridad para tomar decisiones y ejecutar políticas dentro de sus ministerios y apoyar en la gestión del Ejecutivo se ha convertido en un grupo de ministros ayayeros que fungen de abogados de Dina Boluarte y su accionar contempla una retahila de argumentos y justificaciones sin sentido para hacer las veces de escuderos de los continuos errores de la mandataria.
El primer ministro ha permitido que su puesto de vocero del Gobierno, como lo establece nuestra Constitución, sea usurpado por un funcionario de tercer nivel que ha sido nombrado por la presidenta como portavoz – luego de las denuncias por presunta corrupción la voz oficial de la presidenta quedó muda- y ahora último ha permitido que un exministro, censurado por el Congreso, se constituya en asesor muy cercano de la señora Boluarte en “asuntos intergubernamentales” con capacidad de convocar ministros y otros funcionarios, dejándolo fuera de juego en asuntos importantes de Gobierno. Debemos tener presente que el presidente del Consejo de Ministros no sólo es el conductor del Gabinete, sino quien debe enfrentar y solucionar, junto con los equipos de gobierno integrado por ministros y funcionarios de alto nivel, aquellos problemas de naturaleza multisectorial que requieren soluciones transversales.
Si analizamos carteras importantes como Salud y Educación vemos que los funcionarios a cargo de sus despachos no dan la talla y muy por el contrario son sinónimos de ineficiencia y burla al país. Cualquier aproximación hacia un bienestar para todos los peruanos incluye necesariamente un excelente manejo de ambos ministerios y a pesar de habérseles aumentado sus presupuestos no hay avances en ambos sectores. Por el contrario, han retrocedido en sus capacidades de infraestructura y recursos humanos.
Los ministerios de Defensa e Interior no saben qué hacer para combatir la inseguridad ciudadana y de inútiles declaratorias de emergencia no pasan. Lo único que hacen bien es pedir mayores presupuestos en lugar de buscar fórmulas imaginativas en la reorganización y utilización de la inteligencia, fuerza y medios disponibles.
Respecto al ministerio de Relaciones Exteriores no vemos ninguna reorganización de las embajadas para que estas se conviertan en delegaciones realmente útiles a la Política y Comercio Exterior del país, por el contrario, continúan con el statu quo de ser alojamiento de embajadores políticos de los partidos que apoyan al gobierno de turno con la aquiescencia de Torre Tagle.
Quizás una excepción a la regla, en este equipo ministerial, lo constituye el titular del despacho de Economía y Finanzas, quien ha demostrado ser muy buen gestor y conductor de inversiones y desde su ingreso ha sido muy claro en el manejo responsable de la política fiscal y del tesoro público. Además, tiene muy buena sintonía con el presidente del BCR, Julio Velarde, y su equipo, excelentes conductores de la política monetaria del Perú.
Finalmente, como un peruano más que ama a su patria, considero que la presidenta Boluarte debería cambiar su Gabinete de inmediato, debido al corto tiempo que le queda para entregar el cargo, y el nuevo Primer Ministro debería diseñar un plan de transición que sea concebido por nuevos ministros expertos en los sectores con tres propósitos principales: combatir la inseguridad, continuar con la reactivación económica y asegurar elecciones limpias y transparentes. “No hay tiempo para más. Basta de experimentos que no conducen a nada”.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros