Por: Óscar Valdés Dancuart // Una perspectiva complementaria de la lucha contra el crimen (Parte Final)

Es vital la creación de una Guardia Nacional que se enfrente decididamente al crimen organizado, la corrupción de funcionarios y otras amenazas que enfrenta nuestro país. Aunque nuestra Policía realiza su labor, no es suficiente.

A diario, a través de los medios de comunicación, nos enteramos de los crueles asesinatos de nuestros compatriotas a manos de la delincuencia desenfrenada. El crimen organizado se encuentra fortalecido y actúa impunemente. Además, se siente respaldado por la gran cantidad de dinero sucio que le permite corromper a las autoridades que supuestamente combaten en su contra. No es un secreto cómo operan y cómo han logrado neutralizar la labor de las fuerzas del orden a lo largo del tiempo.

La formación de una Guardia Nacional (nombre sugerido) debería comenzar reclutando a los mejores elementos de nuestras Fuerzas Armadas, Policía Nacional y personal de Inteligencia, tanto en operaciones como en análisis, con capacidades demostradas, honestidad y un alto sentido patriótico. Esta nueva división, similar a otras de prestigio en países extranjeros, debe contar con una rigurosa preparación táctica, integridad probada y salarios justos.

De las Fuerzas Armadas se seleccionará personal de Operaciones Especiales y Equipos de Élite de la Policía Nacional, llevando a cabo una selección estricta y minuciosa.

Del Sistema de Inteligencia, los nuevos agentes recibirán formación en operaciones especiales y entrenamiento especializado en Inteligencia y Contrainteligencia.

En un principio, se buscará un alto mando con prestigio profesional y honestidad comprobada, quien será el encargado de organizar esta novedosa Oficina, cuyas operaciones irán desde actividades de combate a la extorsión, el sicariato y el narcotráfico. Por supuesto, respetando los derechos humanos de los detenidos.

Esta nueva fuerza contará con un componente judicial compuesto por fiscales y jueces que actuarán de forma autónoma y reservada para denunciar y sentenciar de forma sumaria a los capturados, quienes serán recluidos en prisiones especialmente acondicionadas para tal fin.

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Esta nueva organización deberá contar con un presupuesto especial que le permita desempeñarse como una Fuerza de tarea para una misión específica de manera permanente, ya que trabajará para el Estado peruano y no para el gobierno de turno. Deberá depender directamente del Director o Jefe designado. La Oficina deberá tener autonomía, al igual que el Banco Central de Reserva, y de ninguna manera se permitirá su militarización, ya que las jerarquías serán meritocráticas y de acuerdo a la importancia de los cargos.

Las leyes y reglamentos para controlar sus acciones en operaciones deberán ser muy estrictas, dado que se enfrentarán a la corrupción y al crimen organizado, y estarán expuestos a individuos sin escrúpulos que intentarán corromperlos a diario.

Esta nueva organización policial no reemplazará en ningún caso a las Fuerzas del Orden, ya que estas mantendrán sus funciones de acuerdo a nuestra Constitución.

Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú continuarán con sus funciones y dependencias intactas, sin menoscabo de la creación de esta Guardia Nacional. Su función será exclusivamente la lucha contra el crimen organizado y la corrupción de los funcionarios del Estado.

Para establecer esta fuerza especial, se deberá gestionar ante las comisiones necesarias del Congreso de la República, como la de Inteligencia, Defensa Nacional, Justicia y aquellas relacionadas con el tema, para la creación de la ley correspondiente.

Finalmente, quiero anunciar que esta idea será un aporte adicional al Plan de Gobierno del Partido Popular Cristiano en materia de Seguridad Nacional y Orden Interno, que se presentará al país en los próximos días para combatir de frente la imparable ola criminal que enfrentamos. Sé que esta nueva propuesta, la formación de la Guardia Nacional, encontrará opositores debido a celos e intereses particulares o colectivos. Sin embargo, “para hacer tortillas, hay que romper huevos”.

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(*) Expresidente del Consejo de Ministros