Razones o sentido de pertenencia?

Dan Ariely ganó un premio por demostrar que los placebos caros son más efectivos que los baratos.

Por definición, un placebo es un engaña muchachos, no hay placebo que tenga efecto alguno. Un placebo caro es un engaña muchachos al cuadrado, más o menos. Justamente el entusiasmo por entender lo irracional es lo que caracteriza la investigación y libros de difusión de Ariely, de lectura casi obligatoria en circunstancias de tanto cambio e incertidumbre. En Misbelief, basado en su propia experiencia de ser víctima de teorías conspirativas, Ariely señala que estas creencias alocadas sobre la realidad y la desconfianza en las instituciones establecidas nacen del dolor, la incertidumbre, la sensación de haber sido excluido y una necesidad desesperada de dar sentido a un mundo que, para muchos, dejó de tener lógica hace rato. Él escribe desde la experiencia de su vida en los Estados Unidos, pero sus hallazgos y recomendaciones son especialmente útiles para la próxima campaña electoral en el Perú.

Ariely explica que la gente no abraza ideas estrafalarias porque sea tonta, sino porque necesita entender su realidad y encontrar responsables de sus desgracias.

El proceso de ir desconfiando de diversas personas e instituciones va horadando el sentido de pertenencia a una colectividad, y cada elemento que refuerza la desconfianza alimenta la posibilidad de buscar responsables en narrativas que dejan de tener contacto con la realidad. Si uno se va convenciendo de que no se puede creer en nadie, está mucho más vulnerable a creer narrativas que se basen en sus temores y que le permitan a uno tranquilidad y sentido de pertenencia, aunque sea falsa.

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En los sectores más pobres en Perú, la experiencia cotidiana con el Estado es casi siempre negativa o inexistente.

Después de la pandemia con los peores resultados a nivel global en términos de muertes por habitante, habiendo retrocedido en términos de muchos indicadores sociales, el comportamiento de autoridades lo vapulea todos los días con más y más argumentos para justificar su desconfianza, y la delincuencia le genera más y más miedo.

A ese elector, que vive asediado por la extorsión, la inseguridad y los servicios públicos en estado de coma es muy fácil venderle la historia de que el sistema está arreglado para que él siempre pierda, que los malos son los poderosos.

O que la solución a la inseguridad ciudadana es la pena de muerte o mandar a algunos presos a El Salvador. No hace falta pensar mucho para comprender que en el mundo del hampa se debe cumplir con cierta facilidad lo de a rey muerto, rey puesto. No se necesita un talento especial ni creerse la cuarta espada del socialismo mundial para liderar una banda de extorsionadores. La única solución efectiva es tener un sistema de policía, administración de justicia y sistema penitenciario que funcione, porque saldrán nuevos líderes mientras ello no se obtenga. Como eso es difícil de lograr, se ofrecen placebos caros.

La campaña que ya se inició es una batalla por comprender los dolores y la desconfianza que anidan en buena parte del electorado, y transmitir esperanza con promesas que sí puedan ser cumplidas, si se quiere revertir el deterioro institucional.

Quienes quieran apostar por ese proceso de generar conciencia de la necesidad de recuperar elementos fundamentales para el desarrollo como disciplina fiscal, competitividad y reforma del Estado no deben caer en la ingenuidad de hablarle a ese votante con condescendencia ni tecnicismo, o le dejarán la cancha libre a los charlatanes con storytelling del más bajo nivel.

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Ariely advierte que no se puede menospreciar al votante que cree en cosas raras.

Burlarse o refutar con datos solamente, no solo no ayuda, sino que empeora la cosa. Es imprescindible reconocer el dolor, construir puentes emocionales y, desde ahí, introducir información que rete sin humillar. Si no hay una conexión emocional auténtica con los peruanos de a pie y una narrativa que hable de futuro y entienda la sucesión de decepciones, los argumentos y sus pruebas no tienen adonde asentar raíces.

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