Recorrido Patrio por el Centro Histórico de Lima

Santo Domingo no es solo una iglesia, es un acontecimiento. Existe un momento exacto en que los colores y ornamentos de su fachada conversan con el ocaso del día; el instante en que las luces artificiales y la caída del atardecer alumbran, y mágicamente crece el brillo de sus tonos ocres y pasteles.

Escrita por el compositor, decimista y productor musical nacional, Coco Llaque, el tema es un canto a la esperanza de “recuperar la receta extraviada” de nuestro Perú.

—Estamos frente a la que se ha convertido hoy en día en la iglesia más bella del Centro Histórico de Lima —me dice Luis Martín Bogdanovich, gerente de Prolima, gerencia edil que lidera la recuperación del centro histórico de la capital.

En este complejo religioso, cuya construcción empezó hacia 1532, transcurrió la vida de tres santos dominicos: San Martín de Porres, San Juan Macías y Santa Rosa de Lima. Y en sus paredes no solo nació la Universidad de San Marcos sino también el primer hospital de América del Sur: el Real de San Andrés.

OBRAS DE ARTE.

La belleza de Santo Domingo se puede apreciar de noche y de día. A la derecha, vemos planos detalle de otro recinto religioso: Trinitarias en Barrios Altos.

Al frente, está la plaza que lleva su nombre, pero que antes se llamó María de Escobar, porque en el lugar vivió la señora María de Escobar, natural de Trujillo, el de España. Al medio, el piso de canto rodado y granito, postes con el escudo del Perú, bancas, árboles de jacarandá y un quiosco de periódicos.

A la vuelta, sobre Camaná, un balcón de color azul llama la atención. Allí vivió el señor José Simeón Tejeda, entre 1826 y 1873. Fue alcalde de Lima, ministro de Justicia e integró el gabinete del gobierno que obtuvo la victoria en la Batalla del 2 de Mayo de 1866.

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Y Santo Domingo es la mejor forma de empezar un recorrido por los espacios recuperados del Centro Histórico de Lima. Ruta que continuamos —junto a Bogdanovich— hacia los Barrios Altos. Pero antes hacemos una parada en un punto intermedio.

Subimos por la calle Del Rastro, hoy jirón Áncash, que acogía a establecimientos de venta de carne, por lo cual en sus alrededores había zapaterías: el cuero de las reses se usaba para hacer zapatos. Hasta ahora hay un par de establecimientos de venta de calzado, uno de ellos de 1934.

Esta calle nos lleva hacia uno de los monumentos más relevantes del Centro Histórico: San Francisco.

—Aquí podemos mostrar el futuro promisorio del Centro Histórico, la Iglesia de la Soledad restaurada en su imagen original de 1671; y el convento de San Francisco que aún espera por la restauracion que merece.

la iglesia de la soledad. Está junto a San Francisco y ya luce recuperada. En su fachada se puede apreciar su imagen original de 1671.

La marcha continúa hacia Barrios Altos. Cruzamos la avenida Abancay y seguimos por el jirón Áncash, que pronto será peatolonalizado. Cuatro cuadras después, tenemos al frente la Iglesia de las Trinitarias, que se podrá visitar desde octubre, pero ya se puede apreciar su encanto.

Es una iglesia que se terminó de construir en 1722. Fue financiada por un señor acaudalado de ese tiempo que se llamó Bernardo Gurmendi, y que vivía en el Jirón de la Unión, al lado del Palais Concert.

—Refleja todos los valores de la arquitectura limeña; lo que ven es la recuperación de una pintura mural de mediados del siglo XIX. Es un ejemplo excepcional de cómo se pintó en esa época en Lima.

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Su portada es policromada e imita mármoles. Se han recuperado los pavimentos de piedra y de ladrillo, la reja de ingreso, el portón y la linterna, que es una estructura que corona la cúpula.

Desde la esquina de Trinitarias se aprecia en toda su magnitud La Buena Muerte, plazuela e iglesia ya restauradas.

Barrios Altos. La plaza y la iglesia de La Buena Muerte ya lucen sus mejores rostros.

Su iglesia data del siglo XVIII, pero de la segunda mitad. En una esquina se puede apreciar una estructura de piedra y ladrillo, que es la base de la primera torre que colapsó en el terremoto de 1746. Como una ventana al pasado.

Barrios Altos tiene una ligera pendiente. Se creía que los espacios más altos eran mejor para la convalecencia de los enfermos; entonces, allí se instalaron tres hospitales: San Andrés, Santa Ana y San Bartolomé. El primero era para españoles pobres. Santa Ana para indios. Y el último, para negros, mulatos y pardos. Recordemos que los ricos no iban a los hospitales, morían en su casa; la gente no iba a curarse al hospital, sino a morir.

Bogdanovich subraya lo bien instalada que estaba la ciudad de Lima.

—Una ciudad con pocos habitantes, pero que tenía muchísimos hospitales, colegios, más de una universidad: además de San Marcos, estaba la Universidad de San Ildefonso, que era para agustinos. Era una ciudad muy importante, no solo era la capital del Perú, sino de América del Sur, porque el Perú era América del Sur, desde Panamá hasta Argentina. Hasta el siglo XVIII, Lima era la meca de América del Sur. El centro histórico nos espera.

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