La acelerada caída en la tasa de natalidad y el rápido envejecimiento de la población es una de las principales amenazas para las economías en todo el planeta, incluso para Chile, que recientemente cayó a los últimos lugares en el ranking global de fecundidad.
Pero la amenaza es especialmente seria para un país como China. La segunda economía del planeta es también la segunda nación más densamente poblada del mundo, detrás de India, que le arrebato el primer lugar en 2023.
Aunque al inicio de la Revolución Comunista, en 1949, Mao Zedong era partidario de una población grande, apostando a que el control de los medios de producción permitiría asegurar su sustento, el regreso de las corrientes de maltusianismo, y sobre todo, el fracaso de la política del Gran Salto Adelanto, llevó en 1979 a la instauración de la política del hijo único en las áreas urbanas.
Para esa fecha, las proyecciones apuntaban a que si la inercia demográfica no se corregía, afectaría los programas de desarrollo económicos y modernización, y por ello se fijó una meta para estabilizar el incremento a 1.200 millones de habitantes para 2000.
Hoy, con una población de más de 1.400 millones, se estima que la política evitó 300 millones de personas adicionales, y el giro demográfico fue más drástico de lo que nadie imaginó. Si en la década de los ’80 la tasa de natalidad en China oscilaba entre 20% y 23%, a partir del nuevo milenio cayó en picada, y en los últimos 25 años, la natalidad no ha logrado superar ni siquiera el 14%.
La caída ahora plantea un complejo desafío para las autoridades locales, porque se calcula que en la próxima década más de 400 millones de habitantes tendrán más de 60 años. Asimismo, se estima que en 20 años las muertes en el gigante asiático duplicarán al número de nacimientos. Esto implica que por cada persona mayor de 65 años solamente habrá dos personas en edad de trabajar.
Ante esta nueva realidad, al igual que muchos gobiernos en diversos países, la autoridad intentó revertir el curso, y en 2013, el Pleno del Comité Central del Partido Comunista Chino amplió la autorización a dos hijos para las parejas en las cuales el padre o la madre no tuvieran hermanos. Para 2015 ese límite se amplió a todos los ciudadanos y para mediados de 2021 ya se habían eliminado todas las restricciones.
Pero tal como ha ocurrido en otros lugares, debido al rezago, los efectos demorarán todavía varios años en poder advertirse, y existen grandes dudas sobre el éxito de este tipo de esfuerzos, especialmente en un país como China, que a diferencia de Europa, no ha querido recurrir a la inmigración para tratar de rejuvenecer a su población.
Estrategia de altibajos
¿Entonces, han tenido éxito los esfuerzos de Beijing por equilibrar las dinámicas poblacionales?
De hecho, tras un progresivo retroceso de la tasa de fecundidad en 2020, 2021 y 2022, China registró 9,02 millones de nacimientos en 2023, la cifra más baja desde 1949. La nueva visión del partido no parecía suficiente para cambiar años de un adoctrinamiento político que había terminado por filtrarse a lo más profundo del tejido social, donde ahora los jóvenes son más refractarios al matrimonio y la crianza.
Y también ha cambiado la realidad económica del país, donde el desarrollo urbano trajo una acelerada alza en los costos de vida. Un informe publicado por expertos de YuWa en 2024, reveló que el costo de criar a una persona hasta los 18 años en China era 6,3 veces el PIB per cápita, el segundo más alto a nivel mundial, superado solo por su vecino de Corea del Sur, con 7,7 veces.
“La política del hijo único alteró de manera irreversible el concepto de fertilidad y reconfiguró la economía”, comentó al medio español El país, Yi Fuxiang, demógrafo chino e investigador en obstetricia y ginecología de la Universidad de Wisconsin-Madison. “Es como una roca gigante que rueda montaña abajo, aceleró el proceso; ahora esa roca está al pie de la montaña y será muy difícil volver a subirla”, sentenció.
Ante esta inercia, las autoridades nacionales y provinciales salieron a anunciar nuevas medidas, como incentivos a los casamientos colectivos y beneficios para los funcionarios de las Fuerzas Armadas para adelantar la edad de la paternidad.
En Lüliang, en la provincia Shanxi, se anunciaron este año bonos de 1.500 yuanes (cerca de US$ 211) para las nuevas parejas donde la esposa sea menor de 35 años, 2 mil yuanes por el nacimiento del primer hijo, 5 mil por el segundo y 8 mil por el tercero (poco más de US$ 1.000).
Los temas de salud también han sido un factor en las dificultades para elevar la tasa de natalidad, y por eso, a partir de 2024, el gobierno comenzó a fortalecer su estrategia de reproducción asistida, como la inclusión de fertilización in vitro en el seguro médico básico, para reducir los costos a las parejas infértiles. En provincias como Jiangsu, 35 centros de salud comenzaron a ofrecer estos programas con opción de reembolso.
Las empresas también se han sumado al esfuerzo nacional. Compañías como Shuntuan Chemical Group, que cuenta más de 1.000 trabajadores, amenazaron con despedir a sus empleados de entre 28 y 58 años si no se casaban antes de septiembre de ese año, una controversial medida que luego tuvo que ser retirada.
Así, lentamente, parece que comienzan a surgir los primeros resultados positivos de la nueva política y en 2024 se reportaron 9,54 millones de nacimientos, 520 mil más que el año anterior, un modesto incremento de 0,38%, pero la primera alza en siete años.
En ese sentido, el incentivo al casamiento fue un movimiento clave del gobierno chino para hacerle frente al caos demográfico: “El incremento de nacimientos está directamente relacionado con que el año anterior se registraron más matrimonios”, comentó Yu Fuxiang, en conversación con EL PAÍS.
Si bien este repunte da señales positivas, expertos sugieren que el escenario sigue siendo delicado.
¿Un plan replicable?
En 2024, Chile registró una caída de casi 20 mil nacimientos respecto del año anterior, una caída de 11,3%, una tendencia que se ha venido agudizando en los últimos años. Y según el Instituto Nacional de Estadísticas, la tasa de fecundidad se ubicó en 1,03 nacidos vivos promedio por mujer, por debajo del nivel necesario para asegurar el reemplazo generacional.
Estas cifras reflejan que pese a los esfuerzos por avanzar en políticas familiares, como el postnatal masculino y el proyecto de “Sala Cuna Universal”, y las propuestas de candidatos presidenciales de incentivos económicos, persisten obstáculos que dificultan que la natalidad repunte.
Un estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), reveló que, 42% de los jóvenes no quieren tener hijos, y de dos de cada tres de ellos justifica su decisión debido al temor al cambio climatico.
No todas las sociedades y culturas son similares y es difícil saber hasta qué punto son replicables en Chile las estrategias del gobierno chino, pero los expertos en todo el mundo están mirando de cerca los esfuerzos de Beijing, que pese a la falta de migración cuenta a su favor con todo el poder del partido único para intentar torcer las poderosas tendencias demográficas.