T-MAS: un vínculo entre empresas, inversores y reguladores

Aunque los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG) han cobrado relevancia en los últimos años, algunos los consideran un mito o herramienta ideológica. Si bien existen críticas válidas, como la falta de estandares comunes o inconsistencias en los reportes, descartarlos por completo sería un error. Hoy representan una necesidad estratégica para las empresas y una gran oportunidad para Chile.

Uno de los principales problemas señalado por expertos es la ausencia de parámetros estandarizados. Esto genera resultados dispares, confusión, desincentiva buenas prácticas y facilita el greenwashing. Las entidades pueden priorizar distintos aspectos—medioambiente, diversidad o gobernanza—sin rendir cuentas de manera comparable, lo que vuelve la información manipulable y su valor dudoso.

Chile tiene ahora una oportunidad única de avanzar en este ámbito. La Taxonomía de Actividades Económicas Medioambientalmente Sostenibles (T-MAS), impulsada por el Ministerio de Hacienda desde 2021, busca establecer un lenguaje técnico común para identificar actividades sostenibles. Aunque su aplicación no es obligatória, su adopción podría marcar un hito en la financiación de proyectos y la toma de decisiones empresariales. Esta herramienta promueve transparencia, atrae inversión y previene el lavado de imagen verde en diversas industrias.

La taxonomía profesionalizará el ecosistema ASG y las finanzas sostenibles, brindando criterios claros a organizaciones e inversores sobre actividades que contribuyen a objetivos ambientales, como mitigación del cambio climático, protección de biodiversidad o economía circular.

Inicialmente, se espera que las entidades usen voluntariamente la taxonomía para reportar impactos, mientras que el sector financiero podrá identificar estos criterios en sus carteras, alineando objetivos y facilitando financiamiento para proyectos más sostenibles.

No obstante, su implementación enfrenta desafíos: falta de incentivos regulatorios o tributarios, generación de conocimiento interno en las empresas para usar la herramienta correctamente, y la capacidad de gestionar y reportar datos confiables que demuestren el verdadero impacto corporativo.

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Las normas de reporte de la CMF, como la NCG 461 y 519, han sentado una base sólida para medir indicadores clave de sostenibilidad por sector. Sin embargo, es crucial que estos datos reportados sean precisos. Por ello, la verificación externa resulta indispensable.

Validar los procesos de recolección y presentación de datos con el mismo rigor que los estados financieros demuestra que las empresas toman en serio la sostenibilidad y comprenden su importancia en las estrategias de negocio.

Los criterios ASG no son ideológicos. Son fundamentales para una gestión moderna, ética y resiliente. Chile puede posicionarse como líder regional y atraer inversión extranjera hacia una economía más sostenible y próspera. No dejemos pasar esta oportunidad.

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