Durante una inusual visita a la Reserva Federal (Fed), el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, minimizó su cruce con el líder del organismo, Jerome Powell, respecto al aumento de los costos del proyecto de remodelación de la sede, aunque aprovechó la instancia para reiterar su llamado a reducir las tasas de interes.
Ambos recorrieron juntos las obras en curso y protagonizaron un intercambio público sobre el presupuesto de la renovación. No obstante, Trump aseguró que no existe tensión con Powell y descartó que los sobrecostos sean motivo suficiente para destituirlo.
Aun así, el mandatario ironizó que, en otro contexto, despediría a un gerente de proyecto que incurriera en sobrecostos similares, y volvió a criticar a Powell —quien ha sido blanco frecuente de sus cuestionamientos— por no bajar las tasas.
“Bueno, me encantaría que bajara las tasas de interés. Fuera de eso, ¿qué te puedo decir?”, declaró Trump.
Durante el recorrido, ambos llevaron cascos de construcción blancos. En su diálogo con la prensa, Powell refutó los dichos del presidente, quien afirmó que el presupuesto había alcanzado los US$ 3.100 millones. Powell negó con la cabeza mientras Trump mostraba un papel con supuestos detalles de la cifra, a lo que el presidente del banco central respondió que ese monto incluía un edificio ya finalizado.
Consultado por qué haría si un gerente suyo superara el presupuesto de un proyecto, Trump fue tajante: “¿Qué haría, en general? Lo despediría”.
El presidente golpeó levemente el brazo de Powell, quien rió con la situación. Trump agregó que no quería hacer ataques personales: “Solo quiero que se termine (la obra)”, dijo.
Más presión
La visita fue una señal pública del aumento de presión que Trump ejerce sobre la Fed en su segundo mandato, desafiando las normas tradicionales sobre la independencia del banco central.
Al término del recorrido, evitó acusaciones directas de mala gestión. Reconoció que se trataba de una “situación muy lujosa”, pero que entendía los altos costos asociados a medidas de seguridad y obras en el subsuelo. “Siempre hay críticos del lunes, no quiero ser uno de ellos. Quiero ayudarlos a terminar esto”, sostuvo.
El senador republicano por Carolina del Sur, Tim Scott, aliado de Trump, calificó el proyecto como “demasiado costoso”.
Trump insistió en que no hubo tensión con Powell y no detalló su conversación sobre tasas, aludiendo al período de silencio de la Fed previo a su próxima reunión. “Creo que fue un buen encuentro”, comentó.
También indicó que los sobrecostos por sí solos no justificaban la salida de Powell: “No quiero ponerlo en esa categoría”, dijo. “Solo quiero que pase una cosa muy simple: las tasas de interés tienen que bajar”.
La remodelación ha sido usada por Trump y sus cercanos para intensificar las críticas contra Powell. Han cuestionado el presupuesto de US$ 2.500 millones y descrito el proyecto como un derroche.
En la comitiva presidencial estaban algunos de los mayores críticos de Powell, como Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de Vivienda, quien ha acusado a Powell de engañar al Congreso y ha pedido su renuncia. También participaron el director de presupuesto, Russ Vought, y el subjefe de gabinete, James Blair.
Blair publicó en X que los costos ya superaban, en valores ajustados, los del Palacio de Versalles.
Powell ha afirmado que los reportes sobre la obra son inexactos y, ante las críticas republicanas, solicitó recientemente al inspector general de la Fed que revise el proyecto.
La remodelación incluye el edificio Marriner S. Eccles, sede original de la Fed construida en 1937, y otro inmueble histórico en Washington. Funcionarios señalaron que el alza de costos se debe, entre otras cosas, a requerimientos de seguridad como ventanas resistentes a explosiones. En el lugar trabajan entre 700 y 800 personas por turno.
La Fed descartó elementos polémicos del diseño, como asientos en la azotea y la ampliación de un ascensor. Sin embargo, el presupuesto creció desde US$ 1.900 millones en años recientes hasta los US$ 2.500 millones actuales, lo que ha avivado las dudas.
Trump ha intentado en ocasiones presionar a Powell para que renuncie, ha consultado con legisladores si debería despedirlo y ha afirmado que podría esperar al término de su mandato. Powell, por su parte, no ha dado señales de querer de dejar el cargo antes de mayo, cuando finaliza su período como presidente del organismo.