El 23 de julio Chile dio un paso significativo con la aprobación en el Congreso del proyecto de ley “Más Mujeres en Directorios”. No se trata solo de una nueva norma: es una señal potente de cambio cultural, una invitación concreta a revisar cómo -y con quiénes- se toman las decisiones que configuran el futuro del país.
La ley establece que ningún sexo podrá ocupar más del 60% de los cargos en los directorios de empresas fiscalizadas por la CMF, con una implementación gradual que alcanzará su madurez en siete años. Para cumplir ese estándar, Chile necesitará al menos 1.200 mujeres preparadas, visibilizadas y disponibles para asumir esos roles. Esa cifra no es simbólica ni aspiracional: es concreta, urgente y reveladora del trabajo que queda por hacer.
Porque las leyes pueden abrir puertas, pero no garantizan que haya quienes puedan -o se atrevan- a cruzarlas. Para muchas mujeres, el camino al liderazgo sigue lleno de obstáculos invisibles: estructuras diseñadas sin su presencia, entornos que cuestionan su legitimidad e inercias culturales que aún asocian el poder con lo masculino.
Por eso, esta ley debe ser leída no solo como un marco regulatorio, sino como una oportunidad país: Chile tiene siete años para formar, conectar y potenciar una nueva generación de liderazgos femeninos, con las competencias, la preparación y el respaldo necesarios para aportar a los gobiernos corporativos con visión, experiencia y compromiso.
Desde Promociona Chile llevamos ocho años trabajando justamente en eso. Desde 2017 hemos formado a más de 430 mujeres de alto nivel para ocupar espacios de decisión en las empresas más relevantes del país. Promociona no es un programa académico. Es una experiencia transformadora que articula formación de excelencia, redes de colaboración entre pares y una mirada profunda sobre el poder, el liderazgo y el impacto.
Las mujeres que han pasado por Promociona no solo están listas para ocupar cargos en directorios. Ya están generando transformación en sus organizaciones, abriendo espacio a nuevas conversaciones, tomando decisiones con perspectiva y ampliando las fronteras de lo posible para las que vienen.
Por eso, esta ley no solo refuerza nuestro propósito: lo vuelve más urgente, más visible y más estratégico que nunca. Promociona nace del convencimiento de que el talento femenino no necesita permiso para brillar, pero sí un ecosistema que lo reconozca, lo impulse y lo integre a las estructuras de poder real. Ese ecosistema no se construye solo con voluntad. Se construye con visión, compromiso institucional y trabajo sostenido.
La diversidad no es solo un acto de justicia. Es una decisión inteligente. Las organizaciones más diversas toman mejores decisiones, se adaptan mejor a los cambios y generan valor a largo plazo. No se trata de cumplir una cuota, sino de ampliar el talento disponible para liderar los desafíos complejos de nuestro tiempo.
Hoy se abre una puerta. Ahora nos toca asegurar que muchas más puedan cruzarla.