Una nueva Corte Suprema de Justicia

Se atribuye a Napoleón, a Perón y a algunos políticos criollos, que, cuando no se quiere que algo cambie, se debe nombrar una comisión. El Congreso de la República (CR) ha nombrado una “Comisión Consultiva” para sentar las bases de una reforma actualizada del Poder Judicial (PJ), ya que es constatación generalizada que el actual sistema no camina, que el Ministerio Público (MP) ha colapsado, que no hay conexión de estas instituciones esenciales de la justicia con la Defensoría del Pueblo (DP) ni con la Junta Nacional de Justicia (JNJ). Hay un señalado desfase en facultades, prerrogativas y misiones que la Constitución les señala.

La notoria morosidad y desconfianza en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la altísima tasa de provisionalidad en todo el PJ son solo una de sus evidencias. La ley dice que debe tener tres salas, y no más de 20 titulares, pero hoy funcionan 10 salas con más de 50 magistrados. 30 son “provisionales”, es decir, no tienen título constitucional para la CSJ y, sin embargo, diariamente administran justicia desde allí.

Hace más de un cuarto de siglo estamos así y no hemos adelantado nada. Al contrario, hemos involucionado. Cada presidente de la CSJ tiene el poder “del dedito”, nombrando las salas transitorias que desee y, por lo tanto, con un simple oficio, nombra a los magistrados provisionales que desee, quitándole a las Cortes Superiores a sus principales cuadros, las que —a su vez— quitan a los juzgados de instancia a sus mejores jueces. ¿Y sus juzgados?: cubiertos por abogados “suplentes” o “supernumerarios”. Se puede afirmar, sin ambages, que el Perú tiene lamentablemente una “justicia provisional”.

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El intento del CR de sentar las bases de una verdadera reforma llamando la atención de algo clamorosamente evidente ha sido prestamente respondido por la Cámara de Comercio de Lima, creando a su vez su propia “comisión” de “notables juristas” que le hacen fieros al CR. A su vez, el propio PJ ha contestado el llamado creando otra “comisión”, porque la casta judicial pretende no ser tocada y no desea ninguna reforma. Y está comprobado que las reformas endogámicas jamás han funcionado.

Los magistrados que llegan a la CSJ luchan por la meritocracia, pero una vez que llegan allí entran a un “olimpo”, se aíslan de la realidad y se olvidan del PJ. En verdad, hay dos CSJ: la CSJ titular y la CSJ “provisional” que carece de estabilidad, de seguridad en la función y, por supuesto, de independencia de criterio. Si mañana un “supremo provisional” firma una sentencia en sentido distinto al que espera la “casta”, se activará el “poder del dedito” y recibirá a contramano un oficio regresándolo a la sala superior provinciana de donde vino. Y será un demérito cuando aspire, algún día, en ser titular.

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