A pesar de ser descrito como un escenario complejo, el economista jefe de Pacífico Research, Igal Magendzo, evita referirse al inicio de una guerra comercial a raíz de los aumentos de aranceles decretados por la administración Trump, que en el caso de China ha implicado una represalia del 125%. La razón es que no ha habido una ruptura total de las relaciones diplomáticas.
El conflicto no se limita únicamente a lo comercial, ya que los aranceles son una expresión de un asunto más global.
“Estos poderes están siendo desafiados. Y Estados Unidos está protegiéndose, defendiéndose, tratando de mantener su posición dominante”, opina Magendzo.
“Lo que puede agravar todo es si esto genera una sensación de incertidumbre prolongada, lo que podría llevar a una desaceleración global y a precios de exportación mucho más bajos”.
Y agrega que “es algo que nos acompañará durante mucho tiempo y probablemente tendrá períodos más intensos, así como períodos menos intensos. Puede parecer que se convierte en una guerra total y luego que todo se resuelve de repente”.
– En este escenario, ¿qué busca lograr Estados Unidos?
– Trump deja en claro que él tiene el control. Él sabe que apagar la luz para todos no le conviene, pero está dejando eso en claro.
China parece estar mostrando que puede funcionar con velas.
Trump amplifica mucho el problema. Un problema que estaba relacionado con competencias en mercados globales importantes lo convierte en una posible guerra mundial; algo que debe resolverse en 15 minutos; y si no, se activa la bomba atómica. Luego reduce el problema y lo resuelve, un problema que él mismo creó y que nunca fue tan grande como lo planteó.
– ¿Está en riesgo Estados Unidos de entrar en recesión?
– No tanto por los aranceles en sí. El impacto de los aranceles para Estados Unidos debería ser importante, pero no suficiente como para llevarlo a una recesión o una situación así.
Si lo comparamos con la pandemia o la crisis de 2009, esto es mucho menor. Hablamos de un país que importa el 10% de su Producto en bienes.
Sin embargo, esta situación genera desconfianza e incertidumbre lo suficientemente grande como para que los inversores prefieran esperar y los consumidores se vuelvan más cautelosos. Es la incertidumbre generada por la medida lo que podría llevar a una recesión.
– ¿Quién se verá más afectado?
– Es difícil predecirlo, pero desde un punto de vista contable, sería China. Aunque para Estados Unidos China es un socio comercial importante, es mucho menos importante que Estados Unidos para el resto del mundo en términos de tamaño y tipo de economía.
Si bien comparamos el PIB, si comparamos el consumo final en EE.UU., es mucho más grande. Estados Unidos ahorra poco, de hecho es un país que ahorra poco, mientras que China ahorra. Entonces, como consumidor, posee una gran importancia a nivel global.
– ¿Cree que habrá medidas respecto al cobre?
– Trump tiene una forma de actuar en la que a veces toma decisiones de manera impulsiva, ya sea por algo que se le ocurrió o porque algo le molestó. Más allá de eso, es difícil ver cómo Estados Unidos se beneficiaría al reducir el precio del cobre para China. Si imponen aranceles, eso reduciría el precio del cobre para China y sería como si Estados Unidos redujera su demanda.
Por lo tanto, es difícil ver que en la agroindustria, que es otro sector importante de exportación, ocurra lo mismo; que quieran reducir los precios de los productos agroindustriales para el resto del mundo.
Es diferente en el caso de la tecnología, donde realmente quieren que China pierda ventaja.
– ¿En qué posición queda Chile en este enfrentamiento?
– En primer lugar, no estamos involucrados en ninguno de los mercados en disputa, lo cual es positivo. En segundo lugar, los productos que exportamos, especialmente el cobre, son estratégicos. En caso de que se desate una guerra o un conflicto más violento, la demanda de cobre aumentaría.
Desde ese punto de vista, estamos relativamente menos expuestos y quizás, incluso, podríamos tener alguna ventaja o beneficio si esto implica una mayor inversión en infraestructura a nivel mundial, ya sea en infraestructura militar, tecnológica o defensa cibernética, todas las cuales requieren cobre.
En tercer lugar, el mundo se vuelve más incierto y el dólar pierde un poco de su reputación. Y si el dólar pierde, es difícil que alguien salga ganando.
En ese sentido, los países que tienen finanzas bien ordenadas, una deuda muy limitada y políticas conservadoras y predecibles, como Chile, pueden beneficiarse de la diversificación.
– En este contexto, ¿cuál es su pronóstico de crecimiento para Chile este año?
– Hemos reducido nuestras proyecciones, estimamos un crecimiento del 1,8% para este año y la reducción del 0,2% se debe a lo que está ocurriendo actualmente. En última instancia, el impacto es más bien limitado, pero lo que puede agravar la situación es si se genera una sensación de incertidumbre prolongada que desacelere la economía mundial y nos lleve a precios de exportación mucho más bajos. Sin embargo, este no es el escenario principal por el momento.
Por ahora, nuestro escenario base es que este conflicto tendrá un impacto importante, pero limitado en magnitud y duración. Por lo tanto, afectará de manera significativa a Chile, pero de forma acotada, con solo un par de décimas de crecimiento afectadas.