La inteligencia artificial (IA) está transformando multiples sectores, y la educación no es la exepción.
Diversos expertos conciden en que su incorporación en escuelas, institutos y universidades puede revolucionar el aprendizaje.
Más allá de optimizar contenidos o automatizar tareas, una de sus aplicaciones más prometedoras es su potencial para atender a estudiantes con discapacidades cognitivas o condiciones neurodivergentes, como el autismo, la dislexia o el trastorno por déficit de atención (TDAH).
Según confirmó un representante de la banda surcoreana los artistas ya tienen programado su regreso a los escenarios.
Para muchos de estos alumnos, estudiar representa un desafío constante: dificultades para concentrarse, problemas de organización, escaso manejo del tiempo o sobrecarga sensorial. A menudo, los docentes carecen de herramientas para brindar el acompañamiento necesario, lo que lleva a que muchos estudiantes fracasen académicamente, pese a su esfuerzo.
Según el portal GovTech, la IA puede contribuir a personalizar la educación, ajustándose al ritmo y estilo de aprendizaje de cada estudiante. Un sistema basado en IA puede, por ejemplo, resumir textos complejos, ofrecer retroalimentación sobre tareas escritas, generar recursos visuales o ayudar a organizar horarios de estudio. En este contexto, se vuelve urgente reconocer el derecho de los alumnos con discapacidades a utilizar estas herramientas en el aula.
Por su parte, el sitio Educated destaca que la IA también puede convertir información en formatos más accesibles, clave para estudiantes con TDAH o dificultades lectoras. Esto incluye transformar textos en contenidos interactivos o visuales que faciliten la comprensión y retención de ideas.
De acuerdo con Forbes, un 70% de estudiantes neurodivergentes aprende mejor a través de estímulos visuales. Adaptar contenidos mediante IA permitiría reducir la carga sobre padres y docentes, al automatizar procesos de adaptación que hoy requieren tiempo y recursos.
Finalmente, el impacto no es solo académico. Como señala Kaplan, muchos estudiantes neurodivergentes presentan mayores niveles de ansiedad y depresión asociados al aprendizaje. Existen ya sistemas de IA capaces de detectar señales emocionales —a través del rostro o la voz— y ofrecer técnicas de regulación emocional, contribuyendo así a un entorno más empático e inclusivo.
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