Jorge Selaive
La escasez es el principal problema que enfrentan las sociedades. Existe una carencia de muchos bienes y servicios que deberían ser abundantes y estar disponibles para todos. El camino para superar esta situación no parece ser estimular la demanda, sino la oferta. El próximo paso hacia el desarrollo es a través de políticas progresistas de oferta que permitan hacer abundantes aquellos recursos que hoy son escasos.
Nuestro país necesita más carreteras, hospitales, cárceles, energía limpia, una educación de mayor calidad y mejores niveles de seguridad. Desde el período “dorado” de las concesiones, cuando se materializaba cerca del 1% del PIB en infraestructura concesionada, llevamos varios años ejecutando menos de un cuarto de aquello. La ralentización por la complejidad de satisfacer múltiples objetivos al materializar una inversión, ha terminado por paralizarla. En simple, aunque sabemos que no tenemos suficientes carreteras, es extremadamente difícil llevar adelante esa inversión debido a la complejidad y al exceso de requerimientos burocráticos de diversos estamentos públicos. Debemos cuidar el medio ambiente, respetar las comunidades, y obtener aprobaciones de las oficinas centrales y regionales, entre tantas experiencias que compartidas por múltiples afectados estos años.
“Pensemos en crear abundancia -como proponen Klein y Thomson-, a través de políticas de oferta, y dejemos para un nuevo capítulo las políticas de demanda que nos han dado varios tragos amargos en el pasado reciente”.
Ya no hay plata. Durante las últimas décadas pasamos de tener una situación fiscal admirada y acreedora para terminar en lo reciente con menores grados de convicción sobre la sostenibilidad fiscal. De ser una ciencia ha pasado a ser un arte el realizar una política económica de oferta con implicancias progresistas e impacto social. Por otro lado, imaginar una política de demanda resulta casi utópico, pues solo generaría externalidades negativas que terminarían afectando justamente a quienes dichas políticas buscan beneficiar. Una estrategia de demanda tiene poco sentido cuando no se ha liberado la oferta.
Avanzar hacia una mayor eficiencia del Sistema de Evaluación Medio Ambiental es indispensable. El Gobierno ha tomado un rol activo, pero la falta de convicción en el Congreso -y en el propio Ejecutivo- sobre la importancia de políticas de oferta ha movido el cerco de manera muy tímida. Es en ese contexto que debemos pensar a los estamentos públicos tal como lo hace Ricardo Haussmann en su visión de complejidad productiva: un facilitador, integrador público-privado y detective de cuellos de botella para desbloquear el progreso.
En esta columna, mi intención es proponer una manera simple y directa para enfrentar el desafío del progreso que nos trae un desafiante escenario de escasez fiscal. Impulsa la economía: activa la oferta, no la demanda. Pensemos en crear abundancia -como proponen Klein y Thomson-, a través de políticas de oferta, y dejemos para un nuevo capítulo las políticas de demanda que nos han dado varios tragos amargos en el pasado reciente. Pensemos en crear empleo de buena calidad, antes de pensar en subir el salario de los cada vez menos que lo tienen. Pensemos en más y mejor transporte público, antes de continuar permitiendo grados tan altos de evasión. Pensemos en más y mejor salud, antes de seguir permitiendo abusos en licencias médicas. Pensemos en la oferta y menos en la demanda. Una oferta activa es un camino menos sinuoso hacia el progreso para la etapa social y económica en que está nuestro país.